Se torna útil el estudio de los imaginarios sociales desde un enfoque de género, desnormalizador y crítico con los paradigmas patriarcales. Asimismo, abordar el concepto de género, desde un criterio de organización social que permite analizar las desigualdades entre hombres y mujeres. El concepto de imaginarios sociales para esta nota estará enmarcado en el criterio de Castroriadis (1993), entendiéndolos como los que influyen en la idea que se tiene de algo y de su manera de funcionar, estos conforman un escenario amplio que puede ir desde las relaciones entre personas hasta la influencia de las instituciones.

Se construyen de manera colectiva y se sostienen durante mucho tiempo por lo sólidos que se vuelven al transmitirse culturalmente de generación en generación. Es decir, Castoriadis sobre la base de esa consolidación les atribuye a los imaginarios una funcionalidad encargada de regular la vida de las personas que pueden solidificarse conformando así lo que cataloga como imaginario social instituido. En ese sentido, se convierte en una relación circular de universos entre las significaciones imaginarias individuales y las sociales.

De este modo, se podría afirmar que imaginario social corresponde a creaciones que involucran aspectos sociales, históricos, culturales y psíquicos de las realidades, de las imágenes, de las formas. Solo a través de esto se establece una relación con el entorno, por ello como lo refieren los autores de este tema no corresponden los imaginarios sociales a un solo aspecto sino a un todo donde confluyen subjetividades, culturas y colectividades

Basado en lo anteriormente expuesto, se considera importante ampliar herramientas teóricas que facilitan el análisis sobre los imaginarios sociales e integrarlo con la categoría de violencia de género. Por ejemplo, se puede reflexionar respecto a la reivindicación de las mujeres por sus derechos a lo largo de la historia, un aspecto como el acceso a la educación, ejercer el voto, tener remuneraciones dignas o decidir cuántos hijos tener parecieran desligadas, pero han llevado a transformaciones en los diferentes sistemas.

Es decir, los imaginarios no son estáticos, van transformándose de acuerdo con los momentos y las situaciones en particular; otorgándole un sentido holístico y dinámico. Ninguna cultura o sociedad es inaccesible a dichas transformaciones. Esto tiene que ver con el dominio que ejerce el poder económico en las relaciones y marcadamente en el dominio que ejerce el marido “proveedor” sobre la esposa “ama de casa”.

Lo que se ha expuesto hasta el momento lleva a considerar que los imaginarios sociales y su arraigo son los que permiten que situaciones históricas y psíquicas se perpetúen. Por ejemplo, cuando se habla del poder o dominio histórico que ha tenido el género masculino sobre el femenino. Así pues, los individuos son parte de la institución denominada sociedad en dos sentidos: pueden reproducir imágenes, mitos y discursos, así como tienen la facultad de leer e interpretar la sociedad para así transformarla, de alguna u otra forma cada dinámica social va generando sus propias transformaciones (Castoriadis, 1993).

De esta manera, el concepto de imaginario social sirve para comprender la manera es que se normalizan las violencias de género; es decir, se puede afirmar que los imaginarios sociales influyen en la condición de ser mujer y han propiciado que el género masculino e incluso el mismo femenino perciban a la mujer como víctima, como un instrumento que tiende a ser degradado, dominado, desdibujado y cosificado. Además de depender de un poder o dominio masculino, considerándose – raras – aquellas que demuestran autonomía, libertad y empoderamiento.

Finalmente, se afirma que existen imaginarios sociales que determinan estereotipos masculinos, a quien tiene la posibilidad de ejercer control sobre las mujeres, demuestra la heterosexualidad con prácticas promiscuas o toma decisiones sobre ella, es desde las transformaciones de dichos imaginarios sociales que se logrará cambiar la historia y el presente de las violencias de género y especialmente en contra de las mujeres.