Lo primero que deberíamos aprender es a no tener expectativas y lo primero que hacemos es activarlas todas. Creemos incluso en la postverdad, en la publicidad engañosa, en el youtuber que dice cualquier cosa para ganar seguidores, en el candidato de turno, en la pareja o conquista del momento que nos promete el cielo y la tierra; en fin, esperamos que todo sea como anhelamos. Sin embargo, esto nos hace vulnerables y víctimas directas de la decepción. Entonces además de víctimas somos responsables de vivirla por esperar tanto y aferrarnos a ello, dicha responsabilidad no siempre la asumimos con respeto hacia nosotras sino con saboteo y juzgamiento. De esta manera, es importante mencionar que son múltiples decepciones las que vivimos en diferentes ámbitos (emocionales, familiares, políticas, laborales o sociales).

Quizás en noviembre mes de la no violencia contra las mujeres, esto de las expectativas vs las decepciones, tiene un eco en el amor romántico, en la idealización del otro desde el erotismo y el apego emocional, desde cualquier ámbito, pareja, amigo o el nombre que le quieran asignar. 

En todo caso, muchos hombres no exigirían desde sus expectativas del “Yo machista” a las mujeres hagan lo que ellos quieren ni argumentarían descaradamente sus actos violentos, muchas mujeres no habrían sido asesinadas por el hecho de ser mujeres, o las que aún viven un calvario dentro de sus hogares por ciclos de violencias no estarían “esperando” que su marido cambie y de violento pase a amoroso, que de machista evolucione a ser toda una masculinidad no hegemónica.

Esperar desde el amor romántico, las condenan a las decepciones sistemáticas que aparte le generan una “resignación” opresora que no las deja salir del círculo perverso del amor romántico fallido, violento y vertical. Por ello, las decepciones seguirán mientras continuemos siendo seres desbordadamente emocionales que esperan tanto que viven en la desolación absoluta.

Noviembre mes para seguir deconstruyendo paradigmas de amor romántico por acciones y realidades de amor propio. Donde no existan príncipes azules salvadores y finales libreteados de felicidad aún por encima del sufrimiento permanente del desarrollo de la historia. Es momento de ejercer resistencia creativa contra las violencias desde la activación de los poderes de autocuidado, amor, autoestima, valoración, reconocimiento de quienes somos y lo que mucho que significamos. Esperar que eso suceda desde terceros es vivir basadas en un espejismo y quedar como la mujer del muelle de San Blas en la espera eterna de lo que jamás llegará. La decepción se erradicará cuando esperar e idealizar no sea una costumbre arraigada y dañina.

Mujeres poderosas que la vida no nos agarre despistadas y nos condene a existir sometidas a una esperanza innecesaria y poco asertiva – que nos ubica en sobrevivir cuando lo que merecemos es ser libres y felices.