El mismo día en el que la activista ambiental sueca de 16 años Greta Thunberg habló en la Cumbre del Clima de Madrid y la revista Time la anunció como Persona del Año, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro la calificó de “pirralha”, que en portugués significa mocosa.
La llamó así luego de conocer sus denuncias sobre el asesinato de indígenas que protegían sus bosques de la deforestación ilegal en la Amazonía brasileña. “Es vergonzoso que el mundo permanezca en silencio sobre esto”, dijo la joven despertando la ira del exmilitar, un defensor de la explotación comercial de las reservas naturales, incluidos territorios indígenas de esa región.
Fue tan penosa su intervención durante la catástrofe de los incendios forestales que este año redujeron a cenizas 2,4 millones de hectáreas de bosque tropical, que aseguró ante la ONU que “es una falacia decir que la Amazonía es patrimonio de la humanidad” y que la región no representa “los pulmones de la Tierra”. ¿Será que se sintió aludido por las palabras de la joven activista de largas trenzas?
Claro que no es el único que se toma su tiempo para arremeter contra Greta. Cada vez que se le antoja, el multimillonario republicano Donald Trump, que gobierna Estados Unidos, se burla de ella. Hace unos meses señaló: “parece una niña muy feliz que espera un futuro brillante y maravilloso. ¡Qué lindo verla!”.
Y ahora, coincidiendo con el señor Bolsonaro, con quien comparte escepticismo frente a la emergencia climática, Trump consideró ridícula la designación de Time e indicó, “¡Greta debe trabajar en el control de su ira y luego ir a ver una buena película antigua con un amigo! ¡Relájate Greta, relájate!”.
Está claro que el poderoso mensaje de la joven está calando. Mientras le llueven insultos por ser mujer, joven, por defender el medio ambiente o por tener síndrome de Asperger, hay millones de personas que están replicando sus palabras y criticando la absoluta inacción de los gobernantes mundiales frente a la crisis climática.
No le falta razón a la “patética niña histérica y estúpida”, como la llaman tantas veces. En la COP25 de España, los países que más contaminan como Estados Unidos, China, Rusia o India, siguieron sin comprometerse a endurecer sus recortes de emisiones de dióxido de carbono. Preocupación sí, pero primero el crecimiento económico.
Greta, que reconoce que hace un año y medio no hablaba con nadie y hoy ya tiene una razón para hacerlo, reacciona con ironía ante tanta majadería de los que se incomodan por lo que dice o hace y sigue adelante con su desafío de sacudir conciencias y luchar contra la inercia global que nos anticipa los peores escenarios para esta humanidad irresponsable e inconsciente.
Yo me alegro de que exista Greta, celebro su valentía y deseo que sean miles de niños y jóvenes los que lideren la adopción de medidas urgentes para revertir este desastre. Deberíamos compartir su indignación frente a tanta injusticia climática y soñar con que se repita la victoria del pequeño David sobre el soberbio gigante Goliat.