Aunque el hombre, mejor dicho la humanidad, suele tropezar más de una vez con la misma piedra, con respecto a la historia, siempre intenta justificar los acuerdos o desacuerdos con el achaque de la pantalla de la desmemoria. Que en realidad, no es más que esa tenacidad por quedar siempre como el guionista, en definitiva, como el mandamás de la historia, cayendo en el error de adaptarla a sus conveniencias. Tenerla de comodín en el desarrollo de la sociedad, cuando en realidad es la razón que condiciona el devenir de la vida.
La Historia debería formar parte de las materias imprescindibles obligatorias en la enseñanza de los colegios e integrarse a las tareas superiores de aprendizaje de la vida. Con el presidente Juan Manuel Santos se celebró la Ley 1874, que restableció la enseñanza obligatoria de la Historia en los colegios, soslayando el error de haberla retirado como enseñanza obligatoria.
La norma fijó un plazo alrededor de tres años para que en los colegios se restablezca el estudio de esta materia. Al parecer, omisiones, o falta de interés, han llevado a retrasos sensibles que impiden el avance de este proceso. Que en realidad es básico; porque la humanidad necesita conocer su historia, tanto, por conveniencia, para recordar los hechos positivos, como los errores cometidos a la hora de emprender los cambios determinantes, para bien como, para mal.
La historia salió del currículum escolar en 1984, cuando el presidente Belisario Betancourt, por recomendación de la Unesco, retiró la enseñanza de la materia en América Latina, aunque quedó, muy reducida, integrada en las clases de Ciencias Sociales, pero perdiendo el protagonismo que debe tener, porque la Historia, es el hilo que fortalece y determina la vida.
Muchos especialistas advirtieron que esta medida del presidente Betancourt formaría generaciones de colombianos ignorantes de su pasado, inclusive dijeron que varios de los problemas que atravesó el país en la década de los 90’s, se debía a esta falencia. Finalmente, con el presidente Juan Manuel Santos, se promulgó la Ley en diciembre de 2017, donde se ordenaba al Ministerio de Educación conformar una comisión asesora a fin de que hiciera las recomendaciones para diseñar un currículum aplicable en Colombia.
En el 2018, historiadores y representantes del gobierno de Santos se reunieron para construir la reglamentación. Pero a pesar de que está prácticamente listo, el texto quedó al parecer, en la nevera. El presidente Iván Duque ha destacado que para la celebración del Bicentenario de la Independencia era fundamental aplicar esta Ley. Por lo pronto, existe un plazo de dos años para ajustar los lineamientos curriculares de este proyecto de Ley. Lo que significaría que si las cosas salen bien, los niños y los jóvenes del segundo semestre de este año podrían ver las primeras clases de Historia.
Sería bueno, porque tanto, para no repetir los errores, como para avanzar en los logros, se impone no olvidar, y para ello, nos es imprescindible mirar y tener en cuenta la historia.