Tarde de Domingo de Resurrección. Entre mis manos, la historia novelada, más atrayente, de Ken Follett: El Invierno del Mundo. La fascinante trilogía de este autor donde los protagonistas narran sus luchas personales, políticas y militares en la era realmente invernal del mundo, durante el auge de Hitler, La guerra Civil Española, la II Guerra Mundial y los años del desarrollo de la Bomba Atómica que integran la trilogía “The Century”, cuando desde 1933 Berlín, es una amalgama de agitación política y social y la protagonista, una joven madre de dos hijos, Lady Maud, publica artículos en una revista semanal en franca critica al partido nazi. Los integrantes de la novela serán testigos de la represión y locura y ascenso de Adolf Hitler. El ambiente del poder y represión: El Tercer Reich, que se extenderá hasta Francia y Rusia. El joven Lloyd Williams, el protagonista, se alistará en las brigadas internacionales de la Guerra Civil Española y las mansiones familiares de la aristocracia francesa se convertirán en acantonamientos para oficiales alemanes.
Esta magnífica novela, tal vez de las más representativas de Ken Follett, con su estilo directo y descarnado, lleva a quien la lee a través de la historia que cambió a Europa y marcó al mundo con los hijos de la familia de los protagonistas. El Invierno del Mundo resalta, marcándola para siempre, una de las etapas de la humanidad contemporánea entre los años 33, cuando Berlín es un foco de agitación política y social y la protagonista, madre de dos hijos, participa con su marido en la oposición a Hitler, las brigadas internacionales en las que su hijo luchará y convertirá la mansión familiar en el país de Gales, en el espacio protagónico de los lores ingleses y las historias de amor que como en las novelas, nunca faltan en la vida real.
Los hijos de las familias protagonistas proyectan ya los años turbulentos de la Guerra Civil Española, la II Guerra Mundial, el bombardeo de Pearl Harbor y la era de las bombas atómicas americanas y soviéticas. En fin, el zafarrancho de sueños, vidas truncadas y terror en los campos, cielos, tierras y corazones de la humanidad que supuso nuestro siglo XX.
Me atrevo a tomar, como un pequeño homenaje, representado en una de las mujeres más sinceras, inteligentes y pragmáticas de la historia de esposas de presidentes norteamericanos: Michelle Obama: He tenido la suerte de comprar por estos días, la biografía de Michelle Obama, escrita por ella y que es la historia de todas las que en los últimos 20 años hemos venido intentando y yo diría, -que sin pecar de optimista-, logrando abrir un camino difícil pero posible. Que lo diga el presente, donde ya los hombres, aunque algunos se sigan quitando, corteses, el sombrero a nuestro paso, y vayamos ignorando su gesto por trillado e insulso, en un tiempo en que el respeto, afortunadamente, es la aceptación mutua de ser cada quien, quién es.
Quiero cerrar esta columna con un párrafo de “Mi historia”, el libro y la voz de Michelle Obama: “Llevaba una historia a cuestas que no era de presidentes y primeras damas. Las luchas de Rosa Parks y Coretta Scott King me resultaban más familiares que las de Eleonor Rooselvet y Mamie Eisenhower. Llevaba conmigo mis historias, junto con las de mi madre y mis abuelas. Ninguna de esas mujeres podría haber imaginado una vida, como la que yo tenía en ese momento, pero habían confiado en que su perseverancia acabaría resultando con el tiempo. Por eso quería mostrarme ante el mundo de una manera que las honrase a todas ellas y a quienes habían sido”.
Michelle Obama puede estar orgullosa de haber cumplido a cabalidad su encuentro con la historia contemporánea en la que todas luchamos por lograr una primavera del mundo.