El tenis es un deporte en el que para triunfar no solo hace falta talento sino un montón de cualidades que van desde el sacrificio de las bondades que ofrece la vida juvenil hasta una voluntad de hierro para pasar muchas horas en la pista ensayando todos los golpes.
En este sentido, todos esos tenistas jóvenes que están participando en el torneo de Barranquilla en el Parque de Raquetas tienen un espejo en Rafael Nadal. Un deportista ejemplar no solo en la pista sino también como persona. Nadal acaba de clasificarse para una final más de un Grand Slam (Australia Open) demostrando que a sus 32 años y después de sufrir muchas lesiones su tenis merece todo el respeto del mundo.
Los aficionados a este deporte llevan esperando años que aparezca una nueva generación de tenistas que ponga fin a los viejos rockeros como Nadal, Roger Federer (37) y Novak Djokovic (32). Entre los tres llevan repartiéndose la mayoría de finales y títulos de los cuatro grandes torneos del circuito desde hace 15 años. Federer acumula 20, Nadal 17 y Djokovic 14. La friolera de 51 títulos de 64 disputados.
Después de la victoria de Alexander Zverev (21 años) en el último Masters sobre Djokovic muchos fueron los que pensaron que la nueva generación aparecía por fin. Pero no. En Australia, tanto Nadal como Djokovic están cercenando las ilusiones de las jóvenes promesas. Nadal enterró en cuartos de final al estadounidense Frances Tiafoe (20 años), y en semifinales acabó con la furia del griego Stefanos Tsitsipas (20), que había dado el golpe al eliminar a Roger Federer en cuarta ronda.
La carrera de Nadal tiene mérito porque sin tener un talento natural como el de Federer, ha tenido que luchar lo suyo especialmente contra las lesiones por culpa precisamente del estilo de su juego, pero que no han evitado que alcanzara la cima del tenis. Preguntar hasta cuándo habrá Nadal es como aventurarse a darlo por perdedor aún en el partido más incómodo que se le presente. Nadie se atrevería a decirlo.
En una entrevista que le hice hace años en Barcelona, Nadal reconoció que no había conocido un tenista tan completo como Federer. Y cuando le pregunté por la diferencia que había entre él y el suizo respondió: “Él, con una hora de entrenamiento tiene suficiente. Yo, necesito cuatro horas”. Y esa es la clave que tendrían que tener en cuenta todos esos niños y niñas que hoy juegan en el Parque de Raquetas de Barranquilla.