“Se está acabando el año” repiten en Olímpica Stereo casi cada hora. El lema resuena con eco y si algo sientes en el cuerpo es ganas de vivir intensamente lo que queda de este 2018. Si hay un ciudadano colombiano que tenga más cosas que contar sobre este año y de las que puede sentirse orgulloso ese es un barranquillero. Es un año inolvidable para Barranquilla. Es el año en el que la ciudad dejó de darle la espalda al río, se construyó el malecón, se canalizaron muchos arroyos, se produjeron cambios urbanísticos, sociales y económicos, se renovaron los parques y se crearon una gran cantidad de instalaciones deportivas. Es el año en el que Barranquilla celebró unos Juegos Centroamericanos y del Caribe que han sido destacados como los mejores de la historia.
Todo lo que está viviendo Barranquilla me recuerda a un libro fabuloso —“La ciudad de los prodigios”— del autor español Eduardo Mendoza escrito en 1986 y que hace referencia al notable desarrollo que experimentó Barcelona entre las dos Exposiciones Universales de 1888 y 1929. Y no dejo de comparar esa situación con la fiebre de renovación que viví en esa ciudad cuando organizó los Juegos Olímpicos de 1992. También dejó de dar la espalda al mar y el barcelonés se sintió orgulloso de una ciudad dinámica, moderna y tan esplendorosa como acogedora.
Al mismo tiempo recuerdo el libro que inspiró al productor Víctor Ariza a brindar una espectacular y brillante ceremonia de inauguración de los Juegos de Barranquilla. Una obra de José Antonio Osorio Lizarazo, escrita en 1932 con el título de “Barranquilla 2132”, en la que dibujó a través de un hombre que, aburrido de una ciudad que había entrado en el conformismo y en el tedio, decidió congelarse y al cabo de 200 años salió del estado de hibernación por culpa de una gran explosión que hubo, y se encontró con una Barranquilla que se había convertido en una Ventana al Mundo, casualmente nombre que lleva la obra que ha regalado Christian Daes a la ciudad. Un monumento lleno de luminosidad, adornado en estos tiempos por un árbol de Navidad, considerado el más alto de Colombia.
Y este 2018 imborrable que vive Barranquilla está siendo embellecido deportivamente, no solo por el título de baloncesto conseguido por los Titanes, sino por esas dos finales históricas en las que está Junior. Esas dos estrellas acabarían por engalanar ese Año de Luces de Barranquilla.