Hace pocos días apareció un nuevo experimento en las redes sociales. Consiste en escribir en el motor de búsqueda el nombre de una y la palabra “hallada”. Lo que pretende el ejercicio es visibilizar cuántas mujeres con tu nombre fueron halladas asesinadas o víctimas de violencia sexual. En mi caso, escribí en Google “Claudia hallada”. Se abrió un portal con víctimas con mi mismo nombre, en distintos lugares del mundo.
La primera que me apareció fue Claudia Repetto, una mujer de 53 años desaparecida en Mar de Plata, Argentina. La familia denunció su desaparición el pasado dos de marzo, luego de que Claudia faltara al trabajo. Ricardo Rodríguez, la expareja, tampoco aparece. Los conocidos advierten que el tipo estaba obsesionado con ella, que la vigilaba y que incluso estando separados, ingresaba a su casa sin autorización.
Luego me apareció otra Claudia, ahora Claudia Múñoz. Ocurrió en mayo de 2017. Una comerciante de Río Cuarto, Córdoba, también en Argentina. Fue hallada muerta, su cuerpo había recibido 35 puñaladas. El juicio por el feminicidio apenas comenzó en febrero de este año y condenó, casi sin pruebas, a un albañil conocido de la víctima. Un “perejil” dicen los allegados al hombre, un “falso positivo judicial” diríamos en Colombia.
A este relato siguió Claudia Londoño, un enigmático con poco cubrimiento periodístico. Dice que la encontraron en julio de 2013 muerta en su apartamento del barrio el Velódromo de Medellín, que su cuerpo se encontró desnudo con varias estampitas de santos en la cama, que hay un reporte no oficial de que la causa del deceso fue estrangulamiento. Tenía 50 años, era ingeniera electricista y vivía sola.
La siguiente Claudia hallada Claudia Carolina Correrá de 22 años. La encontraron muerta por asfixia y amarrada a una silla en una de las habitaciones del hospedaje que administraba en la ciudad de Bucaramanga. Al parecer fue asesinada por un grupo de hombres que se alojaban allí, supuestamente por robarle.
A Correrá le siguió Lara, Claudia Priscila Lara. Una mujer que ingresa a un hotel en compañía de un hombre y posteriormente ingresan dos hombres violentamente. Se esucharon gritos en la habitación y luego los tipos salen con el cuerpo de Claudia semidesnudo envuelto en una sábana y la dejan en el andén. La autopsia señaló que la muerte se dio por estrangulamiento. Los hechos ocurrieron en Monterrey, México, en septiembre de 2018.
La última Claudia que encontré no fue la mujer muerta, sino su madre. Claudia Hernández, la mamá de Ericka Hernández, narra cómo su hija fue vendida diez veces por redes de trata en Ciudad de México, cómo la volvieron dependiente a las sustancias psicoactivas y la explotaron sexualmente. Cómo fue que la liberaron en dos ocasiones, en operativos policiales, pero jamás hubo un programa de apoyo que le permitiera rehabilitarse y hacer su proyecto de vida.
Así va la vida, llena de mujeres que llevan mi nombre, mujeres que van desapareciendo. Que las desaparecen. Este 8 de marzo sigamos luchando por un mundo más justo para nosotras, en el que no sintamos miedo a ser el próximo titular de “hallada”.