El día que desaparecieron a Brenda Pájaro pensé que podía ser yo. La desaparecieron a ella y desaparecieron a todas las mujeres de la ciudad. Todas, ese mismo día, supimos lo que era salir a hacer una vuelta y no regresar en la noche a cuidar a nuestros hijos. Todas sabíamos que algo había pasado. Cuando la familia de Brenda puso la denuncia, pero en Fiscalía se demoraron en formalizarla y asignarle un fiscal, todas las mujeres supimos qué pasaría si pasaban los días, que nadie nos buscaría más que nuestras familias.

Y que no bastó con que la familia de Brenda se presentara con la ubicación del celular, como si acaso fueran investigadores, porque de todas formas ordenaron la búsqueda casi una semana después en el sector que marcaba el localizador y fue una búsqueda precaria, tan precaria que no la encontraron.

Todas las mujeres de la ciudad pensamos en todas las veces que, sintiendo el riesgo, enviamos nuestra ubicación desde el celular, pensando que quizá así alguien nos hallaría con vida. Luego, pasó un agónico mes, en la que la voz de las autoridades se escuchó solo para decir que estaban contemplando la hipótesis de que Brenda se había ido por su propia voluntad.

Yo recuerdo aquellos días. La familia que sabía que eso no podía ser cierto, se quebró. Las palabras del alto oficial era un mensaje con el que sus hombres desistirían su búsqueda, si era que la había. Alguien de la zona encontró un cuerpo y dio aviso a la Policía, y sí, allí estaba, y allí estábamos todas.

Muerta, muertecita. Siempre estuvo su cuerpo donde sabíamos que estaba, pero ni con mapa nos hallan ni vivas ni muertas. Después, cuando ya era evidente lo desastrosa que había sido la búsqueda, parece que la Policía le dio prioridad al tema de investigar quién había sido el perpetrador y encontró a Tomás Maldonado, conductor del vehículo que recogía a la hija de Brenda y que estaría asociado a otros homicidios, pero al parecer – siempre – ha evadido a la justicia.

La audiencia preparatoria – de carácter público– contra Maldonado se convirtió subitamente en audiencia reservada por decisión del nuevo juez que asume el caso. A los medios se les restringió la entrada, pero de manera extraña el juez seguía asegurando que se les estaba permitiendo el ingreso.

Los abogados de Brenda se salieron de la audiencia por falta de garantías por parte del juez. La exigencia de que se mantenga el carácter público en el caso de Brenda no es un asunto menor, no solo porque el tema sea de interés público, sino porque sin el acompañamiento de los medios y de la sociedad civil, el cuerpo de Brenda seguiría tirado en aquel predio.

La decisión de reserva del juez solo parece proteger los derechos del señor Maldonado, acaso, ¿contribuir con la tradición sexista de algunos togados que terminan siendo indulgentes con los presuntos victimarios y severos con los representantes de las víctimas, a quienes les abren incidentes de desacato por reclamar derechos?. Alias El Satánico le dicen a Tomás Maldonado, se necesita mucho equilibrio en juicio.

@ayolaclaudia

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