Oriana Fallaci y Ali protagonizaron un nefasto encuentro.
Hemos comentado muchos aspectos ofensivos del béisbol; muy pocos del popular deporte del fútbol, ni tampoco aspectos fundamentales del boxeo, aunque sí hemos analizado el punch que fue característico de pugilistas consagrados en el mundo como Jack Dempsey, Joe Louis, Rocky Marcial y muchos otros que pueblan las listas que hay en el pugilismo, con respecto al poder de la pegada.
Hoy queremos dar a conocer un episodio que la prensa boxística de los Estados Unidos quiso soslayar por diversas razones, entre las cuales estaba el partidarismo de la prensa deportiva internacional, en poder de Muhammad Ali. El tema de hoy gira alrededor de la trifulca surgida entre el famoso Muhammad Ali y la no menos famosa periodista italiana, Oriana Fallaci.
La franca y combatida periodista italiana decidió un cierto día que ya había entrevistado demasiado a un alto número de personajes mundiales y que bien podía apartarse de ese selecto gremio de gobernantes y hasta dictadores, que también los entrevistó para invadir con su pluma el grupo de narices chatas. Y se propuso escoger el nombre de Muhammad Ali, aunque ya esté último se había retirado del deporte de los puños.
¿Qué se propone Ali para acceder a una entrevista con una gran periodista de temas generales, pero no deportivos? Sencillamente, contra su costumbre, hacer una exposición de humorismo sin gracia y con mucha burla en el fondo.
Bien, se acordó la entrevista en la propia residencia de Ali, donde permanecía recluido por grandes lapsos. Lo que menos esperaba Oriana se produjo de salida, que Ali contestara con respuestas que nada tenían que ver con la índole de la entrevista.
—“¿Cómo se llama el contendor más difícil que usted tuvo en su larga carrera de boxeador?”. La respuesta de Ali no podía ser más absurda e inesperada: “Yo creo que los buenos bailarines están en gran mayoría en el grupo étnico”.
A Oriana le pareció que Ali o estaba afectado del oído o se hallaba bastante distraído y prefirió repetir la pregunta. La respuesta de Ali fue exactamente la misma y ya la famosa periodista italiana se puso en guardia ante el extraordinario boxeador y le manifestó que qué era lo que le pasaba al contestar algo, por demás absurdo. Ali prosiguió con su tomadura de pelo y salió con otra babosería, que fue entonces lo que propició la agresión de la periodista al lanzarle, al mismo Ali, la grabadora en la cual esperaba reunir todos los puntos de una entrevista.
Oriana se paró y dio los primeros pasos hacia el taxi que la llevó a la entrevista cuando los guardaespaldas del exboxeador, que estaban a corta distancia del insuceso, salieron tras de ella con intenciones nada cordiales, pero afortunadamente ella alcanzó el vehículo y el chofer captó que había algo irregular entre su clienta y Ali. Con la misma arrancó salvándola, de por lo menos, una serie de irrespetos de esa clase de personas.
Esta es la entrevista que murió al nacer y que la prensa estadounidense se ha negado siempre a divulgar para no lastimar a Ali y menos a Oriana Fallaci.