Barranquilla ha sido tradicionalmente una ciudad desprovista de valores boxísticos. Los poquitos que llegó a tener tomaron camino de Villa Diego, pues no quisieron sentarse a esperar contendores.
Entre esos boxeadores estaba incluido Fernando Fiorillo, quien había hecho una carrerita boxística contra pegadores de la Costa Atlántica. De repente tomó camino a los Estados Unidos sobándose entre pasajeros y guardias en un buque y fue a templar a Nueva York.
Allá en la ciudad de los rascacielos empezó a buscar dónde había clubes de boxeo y finalmente consiguió uno que alentaba a muchachos a quienes le gustaba este deporte.
A Fiorillo le costó enorme trabajo conseguir un mánager que lo manejará en el boxeo neoyorquino. Tanto se fastidió Fiorillo por la falta de oportunidad que clandestinamente como siempre, logró colarse en un barco que venía para Colombia a fin de reintegrarse a su país y a su familia.
Fiorillo volvió al boxeo colombiano, del cual había salido grande.
Clandestinamente hizo varias peleas en Barranquilla y en Cartagena. Aquí tuvo una pelea con un púgil de cartagenero que llamaban ‘Kid Cartagena’ y luego de ese combate comenzó Fiorillo a inquietarse por la falta de oportunidades.
Y con la misma forma que hizo la primera vez, es decir viajar clandestinamente, colado volvió a Nueva York.
Fiorillo tuvo varias peleas con boxeadores cartageneros, pero de allí no pasaba ni ganaba méritos. Al fin Fiorillo se fastidió de la falta de oportunidades.
En el Atlántico entonces tomó funciones de árbitro. Fue inclusive el réferi en la pelea estelar en Barranquilla entre Jerónimo ‘Caimán del Sinú’ Triviño y un púgil español llamado Isidoro Gastañaga.
El combate terminó con una victoria del boxeador español tras un nocaut en el segundo asalto.
Finalmente Fernando Fiorillo murió en la ciudad de Barranquilla.