Un combate mucho más notorio que los comunes y corrientes que se verificaban en Barranquilla, trajo para nuestra ciudad un combate entre el excampeón mundial peso ligero Joe Brown (‘Huesos viejos’) y Mario Rosito, combate al que no le faltaron algunos accidentes. Rosito estaba casado con la hija del promotor del combate, Filemón Cañate.
Cañate tomó por sí y ante sí, la medida de proteger los arcos superciliares de Rosito, forrándolos con plástico; en el curso de la pelea los arcos se desprendieron y cayeron, uno sobre la lona, y el otro sobre el narrador de esta y otras peleas.
Además, Brown peleaba calmadamente, como si hubiese recibido instrucciones de Cañate para no llevar el combate a ritmo peligroso, pero era evidente que Brown era un púgil muy superior a Rosito. Estaba fácil que Brown podía noquearlo a mediados de la pelea, pero aguantaba su andanada de golpes. El referee tampoco acosaba a los boxeadores para que aumentaran el ritmo de la pelea.
Así se llegó al final de los 10 asaltos, entre los gritos de muchos espectadores, que se dieron cuenta que allí había una componenda para que no hubiera nocaut. Fue así como la pelea llego a su final, sin un solo knockdown, porque igualmente estaba claro que el referee estaba en la componenda. La final fue una decisión a ‘Huesos Viejos’, como apodaban a Brown en los Estados Unidos.
La comisión de boxeo actuó rápida y drásticamente. A Brown se le impuso una multa de 5 mil pesos colombianos de aquella época, el combate estuvo salpicado de puntos enojosos. El referee, quien nunca apuró el ritmo de pelea, se llevó una suspensión de un año, Rosito por su parte, también tuvo similar sanción, Brown alegó ante la comisión de boxeo que él no era noqueador, olvidando, y se le dijo en su cara, que inclusive había noqueado en pelea por el título mundial a Wallace Smith en el onceavo round.
No faltó en este relato un chiste, o, digamos mejor, una anécdota humorística,cuando se llamo al despacho del alcalde Fernando González Pombo, a los actores de este melodrama, y a la hermana superiora del asilo de San Antonio para que recibiera el valor de la multa, como se disponía legalmente. El desaparecido Roberto Cepeda, secretario de la comisión, le notificó a la hermana superiora la entrega de los 5 mil pesos de multa, entre el secretario y la hermana superiora hubo el siguiente breve diálogo:
-Reverenda, le entregó los 5 mil pesos de multa impuesta en la pelea de antes de ayer.
-¡Ay señor funcionario, muchas gracias! ¿Y cuándo será la próxima pelea?
La Reverenda directora del asilo San Antonio, al parecer estaba convencida que en cada pelea de boxeo profesional estaba asignada la suma de 5 mil pesos de multa: ¡Et pa plu!