Reconocemos que hemos estado en mora -en este desfile de grandes figuras deportivas- de traer la estampa prodigiosa de Joe Louis, el púgil que cubrió toda una época en la historia del boxeo mundial. Louis llevó a cabo una tarea demoledora contra todos los candidatos, tanto estadounidenses como de otros puntos de la geografía pugilística.
Se hallaba invicto cuando perdió increíblemente esa maravillosa condición de no perder nunca, cuando sus apoderados lo enfrentaron a Max Schmelling, para que sumara un nocaut más en su contabilidad boxística. Schmelling estaba esperando que lo designaran adversario de Louis, luego que este derrotara por KO al 90 por ciento de sus adversarios. Puede asegurarse que la escogencia del boxeador alemán era un episodio de rutina, ya que nadie le asignaba al púgil teutón el menor chance de ganar ante un adversario tan arrollador como Joe Louis.
Pero vaya sorpresa gigantesca la que se dio en el Yankee Stadium, cuando en los round iban sucediendo sin que se diera la superioridad que Louis mostraba ante púgiles como Primo Carnera, Jack Sharkey y Max Baer, todos ellos excampeones mundiales de peso completo, como el propio Schmelling. Al contrario, Schmelling estaba hinchándose poco a poco por el jab de Louis quién lo había estudiado.
Finalizando los seis primeros asaltos, Louis se había ido a la lona dos veces por esa táctica resuelta y valerosa de Schmelling. Cuando la pelea se fue a fondo ya Schmelling se estaba montando sobre la misma, hasta el punto de verse a Louis muy rebajado en la pelea. Ya en el round 12, Schmelling había tumbado dos veces a Louis y lo había preparado para el nocaut que se produjo en el asalto siguiente, para conmoción mundial, donde se vio a un Joe Louis bastante rebajado. En ese round 13 Schmelling arreció su ofensiva, tumbando a Louis en tres ocasiones; en la última de estas Louis no pudo levantarse.
Schmelling fue víctima de las arteras condiciones que el promotor Mike Jacobs logró imponer. Este no logró de Jacobs que lo firmara para pelear por el título mundial contra Jimmy Braddock, como lo merecía plenamente.
Schmelling no era nazi, y eso lo perjudicó grandemente, porque de haber militado en el partido dominante en Alemania, con seguridad que Hitler habría interpuesto su valiosa influencia para que Schmelling y Braddock pelearan en Alemania y no en Estados Unidos.