En la “petit historie” de las ubicaciones tan infortunadas de la gran mayoría de nuestros recintos deportivos, habíamos dejado para último lugar el caso de la piscina olímpica, cuya ubicación para los primeros Juegos Centroamericanos y del Caribe se puede decir que fue el primero en materia de desastrosa ubicación, aunque también hay que decir que fue primero que todos en los preparativos para el evento, porque fue una piscina olímpica cuyos planos eran los mismos de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1935, si mal no recordamos, pues estamos citando de memoria por la pérdida de muchos de nuestros documentos deportivos.
Un evento que se preparaba por primera vez en la historia deportiva de Colombia fue desaprovechado penosamente por una de las tantas juntas directivas que ya hemos dicho que son cosa de temer por la fila de desaciertos que las acompaña. La junta directiva debutante, ¿saben cuál fue el sitio que terminó por escoger para que se construyera la instalación más valiosa hasta entonces del deporte colombiano como era aquella piscina olímpica? No un sitio especial como debió haber sido sino un punto dentro de un parque público y no caracterizado por ninguna ubicación favorable, sino todo lo contrario.
Sin embargo, a pesar de la bendita ubicación “mala clase” la piscina olímpica le dio a Barranquilla muy buenas figuras tanto en natación como en clavados.
Vino entonces un periodo de cuatro años de inactividad forzada por efectos de la Segunda Guerra Mundial, que fue un aprovechado pretexto de la junta directiva, como siempre para no trabajar con el empuje que esta clase de obras necesita. Nunca hemos terminado de reflexionar por qué no se escogió una porción de los terrenos donados al municipio de Barranquilla por un benefactor cuyo nombre no podemos dar, que son los que giraban alrededor de las calles 72 - 74 carreras 45 y 42. Sitio inmejorable en todo sentido, que tuvo una rapidísima valorización, para haber sido lo mejor de lo mejor.
Ya hemos contado la deplorable ubicación de la tribuna dizque de sombra del estadio hoy Romelio Martínez. Estupidez mayúscula que en la primera fecha de los juegos para los cuales se construyó (4 p.m.) partido Antioquia Atlántico, el sol invadió media gradería de lo que se esperaba que fuera sombra.
Antes que se nos olvide y no se incluya aquí, entonces y por varios decenios más adelante hay que decir que el tendido de sombra mejor ubicado en Barranquilla no era otro que el del modestísimo Estadio Moderno del barrio Montes al sur de la ciudad. Estadio de sombra pero sin techo y sin necesidad del mismo por su excelente ubicación, que fue lo que no hicieron para el estadio de la 72.
Aquel recinto de madera, a las 4 pm era toda sombra precisamente por su ubicación y lo presentamos a nuestros lectores como un ejemplo de impecable trabajo a pesar de su humildad. Ya tendremos ocasión si ello es posible insistir en el tratamiento de algo que muchos indolentes deportivos dirán que no tiene importancia, porque más de uno puede entrar en esta lista.