El país produjo en cualquier rincón de Ciénaga, Magdalena, al jugador que alcanzó el más alto estrellato hasta cuando un adversario antioqueño arrancó de la zona media izquierda hasta la zona media derecha para reventarle un tobillo en varias partes y sacarlo del fútbol de por vida.

Lo vieron jugar y un solo partido bastó para incluirlo en la alineación del Magdalena en el Campeonato Nacional de Cali, donde ayudó como una estrella a que Magdalena fuera campeón.

Luego Gabrielito se apuntó en el Atlántico en el equipo Unión Colombia donde era la única estrella y mostró su sapiencia futbolista para ser alineado en la selección de Atlántico de 1932, en el Campeonato Nacional.

A ese jugador su padre lo había mandado a estudiar a Londres. No sabemos si se graduó de algo, pero lo que sí sabemos es que se graduó de futbolista en el país del fútbol como centro delantero y así vino como tal.

Ese jugador que reventó el tobillo de Gabrielito no jugó más en el Nacional de Fútbol, haciéndole un daño inmenso al Atlántico que así perdía para siempre al mejor centro delantero de Colombia. No se había visto una lesión tan violenta como está que protagonizó el medio izquierdo rival. Antioquia que lo escondió de las iras de los barranquilleros por sus salvajadas.

Lo que no sabía Gabrielito era la tragedia que le esperaba en los Juegos Nacionales. En el partido Antioquía vs. Atlántico, Gabrielito iba con el balón por la zona derecha cuando el medio izquierdo de Antioquía (cuyo nombre no queremos pronunciar) emprendió veloz carrera para atravesar toda la cancha y estrellarse contra el tobillo de Gabrielito para facturarlo en varias partes y que no debe hacerse nunca en una cancha de fútbol.