No se trata de recordar la famosa película de terror de 1991 sino de usar esta expresión para analizar algo interesante de esta dolorosa campaña presidencial. Resulta que en un país como Colombia, donde los expresidentes no se retiran y no se convierten en muebles viejos, como afirmaba el expresidente Alfonso López Michelsen, sino que por el contrario no los calla nadie, ahora están desaparecidos. El expresidente Uribe, en estos momentos cruciales para el país, está oculto de sus medios favoritos como han sido las redes sociales. El expresidente Gaviria, el más apetecido y solicitado por los precandidatos presidenciales antes de la primera vuelta, cayó de manera abrupta. El expresidente Pastrana, cuyas opiniones ganaban prensa por ser inoportunas y desacertadas, perdió definitivamente su voz. Es decir, todos ellos han hecho mutis por el foro.
Si ellos se han considerado como brújulas en esta sociedad que parece perderse entre el odio y la polarización que ellos mismos han creado, cuáles son las razones para su silencio es un tema que amerita análisis. Como ninguno de ellos está dedicado a cuidar a sus nietos, como tantas veces se les ha recomendado, esta postura no es inocente. Es claramente una estrategia de campaña porque entendieron claramente el mensaje de la votación de rechazo que se evidenció con claridad absoluta en la primera ronda de las presidenciales. Nada menos que el 70 % de los colombianos que participaron en la primera vuelta lo hicieron por el cambio, bien o mal entendido. Es decir, ellos saben que sus posturas de apoyo obvio a la campaña del ingeniero Hernández, donde evidentemente están, es equivalente al abrazo del oso para ese candidato.
La primera conclusión es que este aparente silencio de los inocentes ratifica su derrota en la política colombiana. No deben estar muy cómodos silenciados porque es evidente que el país los culpa de muchas de sus desgracias y poco o nada se les reconoce las cosas positivas que sin duda hicieron. Y si alguien lo hace también es probablemente en silencio. Se trata de ser justos en la medida de lo posible en un país donde la justicia como valor está en cuidados intensivos, para desgracia de los colombianos. Pero digan lo que digan y ya no es mucho lo que pueden hacer de aquí en adelante así se camuflen en la campaña de Hernández, pasarán a la historia con un voto negativo de amplias mayorías de este país.
La segunda conclusión es que se les acabó el espacio para actuar públicamente, aunque en esta sociedad sin memoria eso puede que no pase. Sin embargo, es importante que todos aquellos que por no haber pertenecido al exclusivo y excluyente círculo de ellos jamás pudieron progresar en la política, ahora entiendan que les llegó el momento. Ojalá esa juventud que se despertó y que hoy se ha politizado, en el buen sentido de la palabra, aproveche estos espacios y se renueve de verdad esta noble profesión.
A propósito del silencio no tan inocente, presidente Gaviria, diga algo de su protegido, el senador Mario Castaño, detenido por “Los millonarios pagos ilegales de la red asociada al senador…” ¿Usted no se dio cuenta? Este sí es un silencio nada inocente.