Cuando hace unos días la prestigiosa Universidad de Cornell organizó el “Gran día global” hizo un llamado que recibieron decenas de miles de personas en los cinco continentes, cuya afición es el avistamiento de aves. Al final de la jornada, el 14 de mayo, la institución académica estadounidense informó que Colombia fue el país que reportó el mayor número de especies documentadas con 1.538, una quinta parte de las identificadas en todo el mundo.
Los registros provinieron de quienes se dedicaron a “pajarear” en departamentos como Antioquia, Valle del Cauca, Caldas o Meta. Pero no hay duda de que la suma habría sido todavía mayor de haberse organizado más grupos en Chocó, la Sierra Nevada o Amazonas.
Así el territorio nacional volvió a destacarse como un área única en el mundo, con una inigualable biodiversidad. Ahora que ésta celebra su día mundial, la efeméride es una ocasión perfecta para celebrarla y al mismo tiempo resaltar las amenazas que enfrenta, junto con las acciones tomadas por el Ministerio a mi cargo para preservarla.
En la práctica, la biodiversidad se asocia con el número de organismos diferentes o especies en una región determinada. Colombia, se conoce como el país más diverso en aves y el segundo en plantas, mariposas y peces dulceacuícolas. No obstante, esta acepción conocida como riqueza, puede complementarse con otros niveles de organización biológica que son medibles: el de paisaje, el de ecosistemas y comunidades y poblaciones y el genético.
A lo largo de los últimos años el país ha venido haciendo un esfuerzo consistente para explorar y registrar su patrimonio, algo que forma parte de la línea central de trabajo de las entidades adscritas al Sistema Nacional Ambiental. Gracias a ello, existe el Reporte Bio que elabora anualmente el Instituto Humboldt, que también coordina el sistema de información sobre biodiversidad, el cual cuenta con más de 12 millones de datos abiertos para el territorio nacional, que son de libre uso, de los cuales el 91% han sido publicados por organizaciones colombianas.
Los retos son considerables, tanto a nivel oceánico como continental. En el caso de nuestros mares, hay ecosistemas estratégicos como manglares, arrecifes de coral o pastos marinos, además de especies de fauna como tiburones o tortugas, que demandan especial atención. Ello explica la creación del subsistema de áreas marinas protegidas, que incluye 35 zonas extensas, tanto en el Pacífico como el Caribe colombiano.
Por otro lado, sistemas como el de parques nacionales son claves para preservar nuestra riqueza en los cuatro puntos cardinales. Nuestra labor incluye el monitoreo satelital de coberturas y la debida capacidad reacción para cuidar las áreas protegidas, cuya superficie supera los 31 millones de hectáreas.
La tecnología también opera como herramienta en el combate a la deforestación, indudablemente la principal amenaza a la biodiversidad en Colombia. Aparte de la Ley 2111 de 2021 que modificó la normatividad existente sobre los delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, debo destacar el programa de siembra de 180 millones de árboles que avanza satisfactoriamente, al igual que el pago por servicios ambientales o las intervenciones específicas para recuperación de puntos neurálgicos.
No desconocemos tampoco el impacto del cambio climático, ante lo cual no solo nos hemos fijado metas ambiciosas como país -comenzando por una reducción del 51% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030- sino que somos parte activa del diálogo y los convenios internacionales. Esto incluye, para citar un caso, acuerdos para controlar el uso del plástico y los efectos que su degradación ocasiona.
De tal manera, actuamos con determinación para preservar la biodiversidad de Colombia, una verdadera bendición de la naturaleza. Hay mucho por hacer para defenderla y preservarla, por lo cual invito a los colombianos a acompañarnos en este propósito que, sin duda alguna, debe ser compartida por todos.
* Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible