Llegar a la vejez debe ser visto como una etapa de tranquilidad al lado de la familia donde se disfruta del esfuerzo de décadas de trabajo. Sin embargo, la realidad es otra para muchos adultos mayores que afrontan un drama que raya en lo inhumano. Me preocupa mucho esta situación.

Para muchos llegar a esta edad implica un drama: inseguridad económica, pérdida de autonomía, ruptura de vínculos familiares y sociales, marginación de espacios de participación y discriminación en razón a la edad basada en prejuicios y estereotipos; todo lo cual desemboca en vulneraciones a sus derechos, que les obliga en algunas ocasiones a habitar la calle, residir en centros de larga estancia aún en contra de su voluntad o convivir con familiares bajo situaciones de maltrato.

Es poca la información que existe sobre la situación de las personas mayores que residen en los centros de larga estancia, por ello este año hemos estado visitando estos centros en el país para escuchar a las personas mayores y conocer la situación que viven.

Lo encontrado es preocupante; la mayoría de los centros no cuentan con condiciones óptimas, hay hacinamiento habitacional; deficiencias en la infraestructura y mobiliario que no facilita el tránsito de las personas mayores con movilidad reducida; tampoco se cuenta con minutas alimentarias diferenciadas por condición de salud; en ningún centro visitado se ha construido participativamente el manual de convivencia que aporte a un mejor relacionamiento; en algunos centros las personas mayores se quejan del trato desobligante de algunos cuidadores, e incluso en todos los centros visitados, no se le reconoce a la persona mayor el derecho al ejercicio de su sexualidad.

Identificamos que es muy generalizada la difícil situación económica que atraviesan muchos de estos centros, por la demora en la elaboración de los convenios, por el retraso en las transferencias que deben hacer las alcaldías y las gobernaciones, y también por el posible mal uso y malversación de los recursos de la Estampilla para el Bienestar del Adulto Mayor.

Por tanto, he solicitado al señor Contralor General de la República, realizar una vigilancia especial al recaudo, distribución y utilización de los recursos de la Estampilla para el Bienestar del Adulto Mayor, que tienen destinación específica para el funcionamiento de los centros de larga estancia.

Estamos elaborando del Protocolo Defensorial para la verificación de los derechos de las personas mayores en centros de larga estancia, con el fin de conocer de primera mano y hacer seguimiento a la situación en que se encuentran las personas mayores que allí residen y requerir a las entidades responsables de su atención el cumplimiento de lo ordenado por la ley y garantizar las óptimas condiciones para su bienestar.

El olvido, la discriminación y la desprotección no pueden ser común denominador en este momento del curso de la vida. Como Defensor envío un mensaje contundente para visibilizar estas situaciones e invito a que se formulen e implementen políticas públicas centradas en promover, proteger y asegurar el reconocimiento de sus libertades fundamentales, el pleno goce de los derechos humanos y el ejercicio de su ciudadanía, a fin de garantizar la plena integración, participación, estabilidad y seguridad económica de todas las personas mayores.

*Defensor del Pueblo.