Las estadísticas y calidad de los datos sobre el suicidio y sus intentos, no son completas, según la Organización Mundial de la Salud OMS más de 700.000 personas se suicidan cada año. Con un notable incremento de casos durante la pandemia cuando se incrementó en un 15.73% en los primeros siete meses. Durante mis estudios de Medicina, unos 5 compañeros se suicidaron, todos relacionados con la depresión.
Algunos estudios en Colombia, muestran una tasa más elevada de suicidios, en médicos, de 28 a 40 por 100.000, que en la población general de 12.3 por 100.000 habitantes. Los médicos estamos expuestos a factores de riesgo permanente como el estrés laboral, la presión para tomar decisiones críticas, exposición a situaciones traumáticas con depresión prevalente, con alrededor de un 30% en estudiantes, y con aumento al 60% en médicos durante su ejercicio profesional.
Entre otros factores importantes en el suicidio medico están, el estigma social, la falta de tiempo y presión, para mantener una ayuda emocional vigilante y permanente. Al lado de un reconocimiento sin recompensa ciudadana, únicamente de héroes o mártires de la sociedad.
De otra parte, la organización judicial y en general las leyes no son para defender al médico en su profesión, sino para perseguirlo, y no se ocupa de su bienestar y fortaleza, para una mejor atención a los pacientes.
Es cierto, que nos ha faltado mayor entereza, al dejar pasar hechos de una inmediata denuncia, permitiendo llegar a situaciones, en las que la muerte pudiera ocultar nuestros errores. Llevándose por delante vidas relacionadas con el acoso diario de directivos, profesores y compañeros, investigación publicada en la revista Biomédica, (2023), que mostró tasas de acoso laboral y sexual, del 49% y 14.9 %, respectivamente. Lo claramente evidente, es la explotación, de quienes hacen el trabajo en clínicas y hospitales por directivos, especialistas y los mismos compañeros.
El reconocimiento, de una conducta presente, desde hace muchos años, puede ser histórico, pero, aunque tarde, el gremio de la salud, debe tomar un camino que, permita garantizar, no se vuelva a repetir más un suicidio por no haber sido posible evitarlo, desenlace por el que debemos luchar. Han pasado muchos años para reconocerlo y saber que, en muchos de nuestros casos, lo vivimos. Solo que en algunas escuelas las directivas, profesores y estudiantes, si denunciamos, con efectos contundentes.
La prevención es la mejor medida contra el suicidio, tomando el control de la depresión, como en otras esferas diferentes a la medicina, para actuar urgentemente. Esto no se hace fácilmente, por las diferencias en las personalidades, en el acceso a su atención, y en el sentido general el hecho de que hay más suicidios en las personas con mayores necesidades, no solo económicas sino, también de afecto y apoyo.
Aprovechar, para salir a manifestar hechos anteriores, no es la solución, las malas directivas, los malos programas, los malos profesores y los estudiantes tolerantes que por miedo u otras razones no denuncian, existen desde hace muchos años en todos los niveles. Solo, la lamentable muerte prematura de una residente, ha logrado llamar tanto la atención, para revisar urgentemente los programas de formación médica, y si las universidades no cumplen, sancionarlas. Sin olvidar que tampoco, lo están haciendo, las autoridades, a quienes les corresponde hacer la vigilancia.
El cambio hacia el manejo más ético, humanista y social, debe volver a sus principios iniciales, actualmente atropellada por las proyecciones políticas y financieras, los medios de comunicación, y el manejo de situaciones fundamentales, solamente con respuestas de ocasión.
@49villanueva