La difícil situación de la salud a nivel asistencial, por la que estamos viviendo en Colombia, parece estar tocando fondo, sobre todo por su financiación. Por un lado, se quejan quienes la gerencian, que necesitan más plata y que se le den aumentos, porque no les alcanza y, por otro lado, el gobierno, dice que le ha dado y pagado a tiempo lo que le corresponde, incluyendo los respectivos aumentos.
El gobierno actual, a través de la Reforma, quiere manejar la Salud, sin que todavía, se haya preparado, sin el apoyo de la empresa privada, que hoy participa en más del 60% del mercado. Mientras tanto la propuesta de Reforma se pasea, y se detiene, en el Congreso, los pacientes siguen en el riesgo de no solo una mala atención, evidenciada, al haberse liquidado un gran número de EPS, sin la posibilidad de una atención con calidad demostrada, y medicamentos acordes con las necesidades, o con soportes científicos.
Según ACESI, en los últimos cuatro años han desaparecido 13. En reciente reporte de las EPS activas, se indica que alrededor de 30 están prestando servicios, con corte a septiembre de 2022. Con un número de pacientes repartidos entre ellas, sin medir su capacidad de respuesta, desde 1993 a 31 diciembre de 2022, se han liquidado un total de 40 EPS (Supersalud),lo que, junto con otros puntos ha traído, un desbalance en la prestación de servicios.
Esta lucha que no tiene ningún carácter científico, sin la participación de los trabajadores de la salud, y con intervención mínima de los usuarios, no parece tener fin. Los pronunciamientos de las asociaciones médicas tampoco parecen tener mayores influencias para las decisiones.
Las afectaciones de las enfermedades infecciosas, nos mantienen, dentro de la vergüenza, de no poder enfrentar con altura y dignidad, o como se debe, enfermedades antiguas, como el Dengue, el Zika, la Chikunguña, la Malaria, y otras enfermedades como las infecciones virales o bacterianas, por hongos u otros gérmenes.
Nada podemos decir de las vacunas, sin un solo centro de investigación que enfrentara la pandemia, a pesar de que, desde hace muchos años, lo hemos propuesto, dedicándonos únicamente a ver, y en mala forma medir lo que nos pasa. Las agremiaciones médicas u otras como el Colegio médico, la Academia Nacional de Medicina, deben reforzar su participación, para evitar, llegar a una decisión mayormente política, lo cual es injusto y equivocado.
Hay que sentarse en una mesa, con los principios médicos en la mano. La plata, aunque no lo es todo, importa, que no se malgasten los recursos financieros existentes, unos 50,2 billones de pesos, (2024). Se puede lograr una buena decisión, pero contando con los preceptos necesarios, los que trabajamos con los pacientes, podemos defender, ética, humanismo y ciencia organizada, son fundamentales para tomar decisiones en el punto financiero y político.
La Salud y la Medicina, deben ir al lado de los crecimientos tecnológicos, y de los avances energéticos. Que no repitamos, lo que le dijeron a José Antonio Caldas, antes de ser fusilado, por los españoles, “España no necesita sabios”, error histórico y doloroso.