La decisión de una nueva dosis de vacuna contra la covid-19, como muchas de las decisiones sobre la pandemia actual, podría ser tomada con un fuerte fondo, político o comercial, si no reflexionamos que en la actualidad, la recomendación científica no es clara, si tenemos en cuenta, que la mayoría de un buen número de vacunados, demuestran una respuesta de nuestro sistema inmune, en quienes un alto porcentaje los anticuerpos neutralizantes son protectores, y lo que es mejor, los centros germinales o centros que intervienen en la respuesta celular, una que nunca se miden los vacunados, está presente después de 8 meses, y hay que continuar estudiando su duración, para tener al fin, una respuesta clara, concreta y correcta, para decidir en cada paciente su nueva dosis. Lo ideal, una vacuna como la recomendada contra el virus de la Fiebre amarilla, que puede durar toda la vida, y solo necesita refuerzo, después de los diez años de haber sido aplicada, si se visita países con prevalencia importante del virus y otras, como la usada para prevenir la hepatitis B, el herpes zoster.
Por otro lado, hay grupos, que alertan, sobre la necesidad de una tercera dosis en personas con defensas seriamente comprometidas, como en EU, en donde, desafortunadamente a pesar de tener vacunas suficientes para toda la población, muchas personas no se han vacunado.
Se puede pensar que las vacunas modernas recién descubiertas, que ya están demostrando sus bondades, al bajar el número de casos y defunciones por la covid-19, puedan tener mayor cubrimiento que los demostrados en la actualidad en los primeros 8 meses, artículo reciente en la revista Nature así lo confirma.
En Salud Pública la protección por vacunas debe completar la mayor población posible en Colombia no estamos cerca todavía del 50%, aunque a estos debemos sumar anticuerpos de los contagiados que a la fecha hay informados unos 4.874.169 casos, y 123.688 personas fallecidas por el virus. Si las vacunas actuales están protegiéndonos, debemos colocarlas primero a la población faltante. Estos deben concurrir lo más pronto posible, dentro de un plazo determinado, para no tener la posibilidad de más mutaciones del virus. Como toda reacción de urgencia, está motivada para protegerse y protegernos. Las poblaciones están definidas, entre aquellas personas que tenemos el privilegio de estar vacunados, las que aun queriendo no se han podido vacunar por la baja disponibilidad de vacunas, y aquellas que no quieren este privilegio, que olvidan que las vacunas han salvado millones de vidas en el mundo, que deben convencerse que se vuelve una decisión voluntaria para salvarse, complicarse menos, y evitar más muertes de otras personas. El gobierno debe acelerar la oferta de vacunas como una medida de urgencias, si quiere disminuir el mayor descalabro de la salud de los últimos tiempos, al igual que el alto déficit financiero.
No más equivocaciones, con predicciones epidemiológicas, difíciles de determinar cómo el comportamiento poblacional, la resiliencia de los países, oferta suficiente de vacunas, correcto y eficiente funcionamiento del sistema de salud, en el que la prevención sea ejercida como la herramienta más importante de la salud.
Tengamos en cuenta que países desarrollados, como EU y China, están nuevamente a merced del virus, por dejar los tapabocas, perder el distanciamiento, no cumplir con el lavado de manos y, en general, irrespetar las normas, que sabemos, han servido tanto como las vacunas.
La reapertura de eventos y actos con alta asistencia sólo debe permitirse en las poblaciones con contagios disminuidos al máximo, continuando con el autocuidado.
El Sars-Cov-2, se quedará entre nosotros en forma endémica, es decir, como un acompañante por un tiempo indeterminado, como el virus de la Influenza, gripe y otros, pero con una disminución de contagios y de fallecimientos.
No podemos pensar en una tercera dosis sin haber cumplido con un cubrimiento poblacional, ahora por encima del 80%. Ojalá el gobierno, oiga y respete la ciencia, para no tomar decisiones solamente de carácter político.