El comportamiento humano, desde los inicios de la historia, se ha tratado de estudiar y comprender, esto para tratar de aprovechar sus características en el desarrollo de actividades o mejorarlo, para permitirle al mismo tiempo vivir dignamente, observando sus fortalezas, modificando los defectos, y tratando de disminuir las debilidades, concentrando la atención en los puntos en los que generalmente el ser humano suele fallar.

Una participación multidisciplinaria de factores, ordenamientos y leyes se hace necesaria para lograr mejorar y obtener una respuesta que favorezca a las mayorías. Estas deben ser estudiadas y proyectadas a partir de profesionales conocedores de los componentes del comportamiento humano, pero también de quienes conocen de los cambios necesarios en el concepto de la salud pública, de las alteraciones del cuerpo humano ocasionados por microorganismos invisibles y manejados de acuerdo con los conocimientos científicos, como es el caso actual de la pandemia ocasionada por la Covid-19.

No encuentro la explicación correcta, porque desconozco los resultados de una investigación profunda que nos dé la explicación al incumplimiento de recomendaciones universales, lavado de manos, distanciamiento, uso del tapabocas y etiquetas de tos y estornudo, y el conocido efecto desinfectante del alcohol. Deberíamos tener ya ese conocimiento para por encima de las variables no modificables, como la genética y el medio ambiente, sin este conocimiento, y a pesar de todas las vacunas del mundo, hagamos el milagro del cambio de comportamiento.

Qué porcentaje cumple con las medidas ya reconocidas, y cuántos se quedan por fuera de su cumplimiento, tampoco lo sabemos, solo hay que ver los noticieros. Pero más importante aún, solo se necesita, para aumentar los contagios y como consecuencia los muertos, que una sola persona incumpla, aunque la mayoría lo haga en forma responsable, para que se continúe el vertiginoso crecimiento de los casos, que nos mantienen de confinamiento en confinamiento, ley seca, y tantas otras restricciones derivadas de una situación catastrófica. Es decir, pagan muchas veces los justos por pecadores, los gastos son astronómicos, y los resultados escasos, viéndonos sometidos como en los tiempos antiguos a los designios de la naturaleza.

Solo existen dos formas de hacer cumplir las órdenes, la primera es que todos nos empoderemos en llevar la información clara y veraz, a quienes la desconocen, dándoles las posibilidades para su cumplimiento, sobre todo a aquellas que no sabemos cómo habían podido subsistir antes de la pandemia, los mismos que a su llegada empeoraron su forma de vida, pero sin dejar por fuera sectores que se consideran educados.

Nuevamente, la solución se debe basar en la investigación de los factores para el incumplimiento de las normas, y la aplicación de tareas urgentes para lograr el cambio, quedando solo un pequeño porcentaje que seguirá requiriendo de la autoridad para el cumplimiento obligatorio de las obligaciones. En la actualidad estas dos alternativas están invertidas, y se cree que las medidas coercitivas o autoritarias son las mejores.

La batalla hasta ahora perdida con la Covid-19 se ganará con el cambio de comportamiento, en gran parte con el cumplimiento de las recomendaciones ya conocidas, sin este cumplimiento ninguna vacuna será suficiente.

Todos debemos luchar conjuntamente con los gobiernos, a lograr el cambio que nos puede salvar.