De esto va mi nuevo libro, Parábola del salmón, que estará en librerías la semana entrante. El matoneo, bullying en inglés, puede darse de ocho maneras: bloqueo social (29,3%), hostigamiento (20,9%), manipulación (19,9%), coacciones (17,4%), exclusión social (16,0%), intimidación (14,2%), agresiones (12,8%) y/o amenazas (9,3%). Sucede en la edad escolar, cuando cada quién está aceptándose a sí mismo y, al tiempo, buscando la forma de ser aceptado por los demás.

La poeta española Gloria Fuertes escribió: "Mi niñez y juventud/ fue de ataúd/ fue injusta y dura/ (y no me hizo dura)". Según un estudio de la UNESCO, dos de cada diez alumnos sufren en todo el mundo algún tipo de matoneo. Es decir, 246 millones de niños y adolescentes han sido hostigados, verbal o físicamente, en el colegio.

El matoneo no forja carácter, que es como algunos se autojustifican al ejercer este tipo de violencia. Tampoco es inofensivo ni puede entenderse como algo normal. Es un acosamiento, un maltrato que bien puede ser psicológico, físico o verbal (o la suma de estos), que se produce de forma reiterada y a lo largo del tiempo. Su fin es intimidar a la víctima, lo que significa que hay un abuso de poder ejercido por un agresor más fuerte, o al menos así lo percibe la víctima al asumirse a sí misma, en algunos casos, como alguien cuya debilidad queda expuesta ante el maltratador.

Es común que el acosado se muestre nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede llevar a trastornos alimentarios y psicológicos, como la chica con sobrepeso que padece luego bulimia; o acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, como desafortunadamente hizo Sergio Urrego.

César Sierra, psicólogo y profesor del Politécnico Grancolombiano, adelantó una investigación entre doscientos niños de cursos inferiores a noveno grado de la cual concluyó que el perfil del matoneador es el de un niño que inventa bromas, pone apodos y toma rasgos físicos de sus víctimas para burlarse de ellas; insulta con groserías, vive desafiando a los demás y sobresale por su agresividad y liderazgo negativo. En los juegos es quien siempre pone las reglas y las impone mediante el poder, la fuerza física o las amenazas. Es impulsivo y se enoja con facilidad.

Algunos psicólogos también advierten que, muchas veces, los acosadores presentan casos de humillación o violencia familiar. Según el reconocido neurólogo y psiquiatra francés Boris Cyrulnik, “El 10% de los niños que han sido maltratados se convierten luego en maltratadores”.

¿Qué hacer frente a un caso de abuso escolar? El lío es que a veces ni siquiera sabemos de qué hablamos al hablar de bullying. Los hijos creen que contar que son víctimas de matoneo es una confesión de debilidad. Y cuando buscan el consejo y el apoyo de sus padres, ellos no se lo permiten porque no saben cómo reaccionar o porque creen que es un tema de falta de valores o un invento de los youtubers y la televisión. Ese silencio lleva, en algunos casos, a que la herida quede abierta para siempre.

@sanchezbaute