La foto muestra a cuatro mujeres abrazando a un hombre con la cara pintada de oscuro. La publicó esta semana la revista Time en primera plana con una nota en la que cuenta que el joven disfrazado no es otro que Justin Trudeau y de inmediato reventó la polémica.

El Primer Ministro de Canadá es uno de los gobernantes más carismáticos del mundo y, como a todo político en campaña electoral, los oponentes le han venido espulgando en detalle su pasado. Trudeau se ha distinguido por ser un acérrimo defensor del multiculturalismo, enfatizando siempre la necesidad de combatir cualquier forma de discriminación, pero esta foto lo muestra como un racista, por lo que tuvo que salir de inmediato a pedir perdón y a afirmar que él no sabía que el asunto era tan grave. ¿Por qué lo es?

Hace casi doscientos años algunos artistas norteamericanos comenzaron a embetunarse la cara como una manera de burlarse de los afroamericanos esclavizados. Como cuenta el historiador Dale Cockkrell, “los artistas llevaban ropa harapienta, pintaban labios rojos y anchos sobre sí mismos e imitaban a los africanos obligados a trabajar en las plantaciones de esclavos del sur”. Lo hacían como una manera de “naturalizar” el estereotipo de que “los afroamericanos eran perezosos, bufones e ignorantes”.

En 1828 cierto actor montó un vodevil con música y baile inspirado en una canción de un esclavo negro con discapacidad física que aparentemente se llamaba Jim Crow. Fue éste el primer paso en una tradición de la música popular estadounidense basada en la ‘imitación’ de los negros. El acto de embetunarse la cara comenzó a llamarse blackface y el nombre ‘Jim Crow’ se convirtió en una forma tan peyorativa de nombrar a los afroamericanos que, años después, se llamaron así las leyes que sirvieron de base a la segregación racial en el sur de los EEUU, entre 1876 y 1965.

Para algunos, este escándalo de Justin no es más que “una pendejada”, un asunto de disfraces de “pelaos” y un exceso de corrección política. Quizá porque quien no ha nacido negro no sabe lo que significa tener que lidiar con todos los prejuicios que el mundo pone en la piel morena o negra. En un ensayo de 2012 en el Huffington Post, se lee: “Desde los linchamientos hasta el encarcelamiento masivo, los blancos han utilizado el Blackface como parte de su justificación moral y legal de la violencia”.

Todo esto me ha llevado a recordar que, durante la celebración de la Leyenda de las Cargas cada 30 de abril en Valledupar, un grupo de hombres se embetuna de negro la cara, el cuerpo entero y hasta el machete de madera que usan para impedir que los curiosos se acerquen a la representación que se hace en la Plaza Alfonso López del envenenamiento de la Laguna Sicarare y la aparición de la Virgen del Rosario. Estos embetunados no están allí para burlarse de los afros, sino para asustar. Una forma de estereotiparlos como personas violentas de quienes hay que temer.

A propósito, ¿por qué hay negros en esta leyenda si se supone que, originalmente, en ella sólo participaron indígenas y españoles?

@sanchezbaute