Si algo le faltaba al actual gobierno para graduarse con honores como el peor de la historia reciente de Colombia, lo completó con la designación del nefasto ex ministro Carrasquilla como codirector del Banco de la República. Una burla más, una mentira más, una indefendible decisión más, una afrenta más, un nuevo y fuerte chorro de gasolina a la hoguera que nos consume y que socialmente nos ha fracturado a un nivel cercano a lo irreversible. Da hasta risa y pena que el mismo partido político que encumbró a Duque a la presidencia hoy quiera marcar distancia hablando de cambios y timonazos. Normal en un país en que nadie, y menos en la política, asume la responsabilidad que le toca.

La ineptitud de Duque para entender el país no pasa por su juventud o por su inexperiencia. Jóvenes exitosos sin previa experiencia podemos encontrar en muchas partes. El problema es que el joven presidente nunca pudo, o nunca quiso, o ambos, soltarse de la rienda del capataz eterno. La imagen de mandato en cuerpo ajeno no se la pudo quitar, y ahora que el agua corre rodillas arriba le toca ver, y nos toca ver, cómo esos mismos que lo llevaron le empiezan a dar la espalda. En el chapoteo desesperado sale con nombramientos como el de Carrasquilla o antes con defensas absurdas a su ministra TIC, misma de la que seguimos esperando que renuncie a pesar de la tozudez con que se aferra a su cargo para seguir pasando pena cada que vez que intenta explicar lo que ya todos entendimos. Lo que no se entiende es que no se haya ido, aunque nada de raro tendría que terminara en una embajada. Ellos son así.

Y como supuestamente estamos en una democracia, pues el castigo lógico con rechazo absoluto debe evidenciarse en las elecciones por venir. Si es que sobrevivimos a lo que queda de 2021, la manida frase de “ojo con el 2022” pasó a ser antetítulo de película de terror. Si no nos pegamos un sacudón completo como sociedad y en cambio seguimos arropados por la amnesia y la flojera mental, volverán a elegirse los mismos a punta de llenar planillas y repartir billetes con la cara de Gabo (pobre Gabo) junto con pasteles de cerdo. Si no hay un verdadero cambio social y un empoderamiento de la juventud alrededor del papel definitivo que les toca para empezar a arreglar lo que las generaciones que les precedimos no pudimos, se elegirán los mismos y será peor, mucho peor.

Y ojo también con dejar que sean las vísceras las que tomen las decisiones al momento de elegir. Es obligación documentarse bien, comparar programas y propuestas, prestar atención a los argumentos, constatar datos y tener claras las razones que motiven a votar por convicción. Culpa también del mal precedente, ahora cualquiera cree que puede ser gobernante; y no. Que se tomen el trabajo de explicar y nosotros el propio de pensar. Por votar “berracos” vean lo que terminó pasando.

En el entretanto, toca defender la poca democracia que nos queda con las mismas posibilidades que la democracia nos ofrece.

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@alfredosabbagh