Fresca la escogencia del gerente del canal regional, y aún con los ecos de las quejas que generó la reciente invitación pública a presentar proyectos para acceder a los recursos dispuestos por el MinTIC para apoyo de la producción regional, respetuosamente me permito recordar algunas ideas relacionadas con el deber ser de Telecaribe en los tiempos que vivimos. Aclaro nuevamente que quien escribe ofició como Defensor del Televidente del canal, y ocupó un cargo directivo en la extinta Autoridad Nacional de Televisión.
Es claro que la televisión “tradicional”, esa que nos acostumbramos a recibir por vía aérea gratuita o por un sistema pago, dependiente de modelos de producción y parrillas de programación rígidas, se enfrenta desde hace años a la competencia voraz de la distribución de contenidos en plataformas de video por demanda. A lo anterior se suma el llamado “contenido producido por el usuario”; y que no es otro que el generado con el dispositivo móvil u otro similar por parte de quienes, sin mayor complicación técnica y a veces sin filtros de veracidad, usan las redes sociales para distribuir narraciones de todo tipo. Aunque las estadísticas y estudios marcan una coexistencia, fenómenos crecientes como el “cord-cutting”, que traduce en cancelar la suscripción al cable o satélite, inefablemente indican que la balanza se terminará ladeando hacia la recepción y distribución digital de los citados contenidos; con facilidades de llegar prácticamente a todo el orbe con historias que, basadas en los mismos pilares de la narración que se conocen desde tiempos inmemoriales, llenan de espectaculares efectos especiales y rostros de actores reconocidos sus ofertas de parrilla. Esa es la fórmula Netflix, y funciona muy bien.
En ese panorama de universales y casi infinitas posibilidades le toca “competir” a la televisión pública regional por el interés de la audiencia. El que la palabra “competir” esté dos veces entre comillas no es gratuito. Televisión sin televidentes no tiene sentido, y producir para llenar discos duros y planillas de trabajo tampoco. Lo que se produzca debe ser interesante y entretenido, sin duda; pero esto no quiere decir que se busque desde lo público regional repetir los modelos de lo privado nacional e internacional. Eso, humilde y personal opinión, no funciona. El elemento diferenciador de la televisión regional lo hace precisamente su carácter localizado; y en este caso, la posibilidad de convertirse en memoria de distintos procesos sociales relevantes en la historia y evolución de la región Caribe, contado todo con las características propias de nuestra propia y rica narrativa. Parafraseando una vez más al genial documentalista Patricio Guzmán, Telecaribe debe ser el álbum de fotografías de la región. Debe ser su testigo, debe ser su notario. Allí no hay quien pueda competirle, y no me cabe duda alguna que es imprescindible e indispensable que lo haga.
Esa, convencido estoy, es la clave.
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@alfredosabbagh