Las preguntas me arrinconan, la desesperación me apretuja y el sin sentido emerge como respuesta ante las situaciones difíciles. Son las pérdidas, las injusticias, las rupturas, las enfermedades y todas las manifestaciones de nuestra condición limitada, frágil y contingente. Las respuestas no se encuentran mágicamente, sino que se fabrican desde nuestras capacidades y habilidades. No podemos sucumbir ante la sensación de que nuestros esfuerzos nunca sean suficientes, ante el dolor de las derrotas ni ante el absurdo de las situaciones incomprensibles.
En la espiritualidad siempre encuentro fuerzas y posibilidades para construir esas respuestas que nos permiten seguir adelante. Me emociona repetir, como les he dicho anteriormente, el salmo 121, que se presenta en forma de diálogo del ser humano consigo mismo, respondiéndose desde tres certezas que dan seguridad en medio de las amenazas, fortaleza para enfrentar el desánimo y posibilidades frente a la adversidad:
1. "El auxilio me viene de Yahvé, que hizo el cielo y la tierra." No somos el resultado de las probabilidades, sino criaturas. Dios nos sigue creando todos los días; no nos abandonó para descansar, sino que sigue actuando con su poder creador. Es la certeza de que nuestra existencia es fruto de una decisión amorosa, que no estamos en este mundo para sufrir y perecer, que la vida no se acaba, sino que se transforma.
2. "Él no permite que tu pie resbale; no se duerme el que te cuida." Es la certeza de que todo tiene sentido y que todo lo que vivimos nos hace mejores seres. No es una protección mágica que impide el dolor de las caídas, sino la seguridad interior que siempre sana, siempre nos levantamos y seguimos adelante. La imagen del guardián que no duerme, siempre vigilante, es una invitación a que cada peregrino de la vida sepa de la compañía personal y permanente de Dios. Por ello, no hay que dejarse arrastrar ni paralizar por el miedo, sino enfrentarlo con la confianza que da el saberse cuidado.
3. "Yahvé te protege de todo peligro; él protege tu vida: Yahvé te protege en todos tus caminos, ahora y siempre." Es una relación personal con consecuencias para toda la vida. No se trata de estar protegido solo en el templo o mientras oras, sino en tu itinerario existencial, aquel que recorres desde tu libertad y asumiendo tus propios riesgos. Ahí está, como escudo, permitiéndote asumir los riesgos de tus decisiones meditadas.
Esas frases, pronunciadas con serenidad y saboreando cada fonema, me hacen saber que puedo seguir, que no todo está terminado y que siempre hay una puerta que se abre para continuar.