El espectáculo protagonizado por Eduardo Montealegre y Jorge Perdomo, en la audiencia del presidente Uribe, ante una juez de Control de Garantías de Bogotá, fue francamente lamentable y vergonzoso. “Batman y Robin” quedaron retratados en su verdadera dimensión: un par de enanos morales, capaces de torcerle el cuello a la más obvia y evidente de las normas, con tal de “catalizar” sus odios, resentimientos, complejos y miserias. Mi hijo Filippo, de tan solo 4 añitos, habría actuado de forma más competente, y eso que no tiene los doctorados en Alemania que ostentan estos dos rábulas.

Esa plata se perdió: ¿De qué sirven tantos estudios y pergaminos cuando se procede contra toda lógica y sindéresis, y siguiendo únicamente la ley del encaje de que hablaba Don Quijote? De absolutamente nada, porque no basta con instruirse, si se es malasangre, al tiempo que se confunde el concepto de justicia con el de venganza; esa retorcida distorsión deontológica solo es “cosechable” en la mente de personas abyectas y ruines. Y es eso precisamente lo que han querido instrumentalizar, contra el presidente Uribe, Montealegre y Perdomo: una vulgar venganza. Que nadie se llame a engaños: los sicarios morales de marras no actúan motu proprio, sino cumpliendo órdenes del tartufo Santos, que es el jefe de la banda que, a como dé lugar, busca encarcelar y sacar al Gran Colombiano de circulación.

El hecho de que el proceso contra el presidente Uribe deba surtirse en la Fiscalía, bajo la égida del estatuto procesal de la Ley 906, es una verdad de a puño que no admite interpretación alguna, pues es tan sencillo como esto: todos los hechos ocurridos con posterioridad al 1 de enero del año 2005 deben tramitarse en el marco de esa cuerda procesal. Punto. Cualquier teoría en contrario, es leguleyada pura y dura. Es tan evidente lo anterior que hasta la prevaricadora sala de instrucción de la Corte Suprema lo aceptó en el auto que remitió el expediente del presidente Uribe al ente acusador, luego de hacerse efectiva la renuncia de aquel al Senado de la República.

La pretendida calidad de víctimas de Montealegre y Perdomo resulta igual de absurda que la aplicación sugerida de la Ley 600 al proceso del presidente Uribe en la Fiscalía. Hasta cierto punto se entiende que “Batman y Robin” no tengan idea alguna del litigio real y de baranda: toda la vida han sido burócratas, contratistas del Estado y dizque académicos. Para lo que sí han sido buenos los “tortolitos” es para armar montajes y torcer procesos. Verbigracia: el hacker Sepúlveda, la persecución contra Santiago Uribe y Saludcoop, por mencionar algunos. Da escozor recordar que Montealegre y Perdomo tuvieron en sus manos la Fiscalía General para hacer y deshacer. ¡Qué horror!

Si alguien tenía la impresión de que Montealegre y Perdomo eran un par de “paquetes”, cualquier duda ha quedado disipada en grado de certeza: lo son y con creces. Una estafa más de ciertas roscas universitarias especialistas en inflar personajillos de poca monta y elevarlos a la categoría de intelectuales y oráculos jurídicos.

No quiero ser injusto: de las enseñanzas recibidas en Alemania, y que practican con gran destreza y maestría Montealegre y Perdomo, es la teoría del Dominio del Hecho, también conocida como la del “hombre de atrás”, la única que estos “muñecones” aprendieron. En eso nadie les gana.

La ñapa I: Presidente Duque, mande de una buena vez a Claudia López al carajo. Usted puede ayudar a Bogotá sin tener que lidiar con las tropelías, la ramplonería, la ordinariez y la mala fe de esa señora.

La ñapa II: No me sorprende que Petro incite a la turba. Él es experto en “incendiar”.

La ñapa III: El linchador profesional y dueño de la moral Alberto Salcedo Ramos pide garantías ante acusaciones de abuso sexual. Estoy de acuerdo: hay que respetarle el Debido Proceso, así él haya prejuzgado a otros.

La ñapa IV: El general retirado Juan Carlos Buitrago ataca al Gobierno Nacional, por órdenes de Santos y Naranjo. Otro cancerbero del tartufo.