Fundado en una época en la que la educación no era considerada como necesaria, cuando las dificultades para estudiar eran mayores en toda la región sino también en el mundo, el Liceo Celedón se levantó pequeño para volverse grande y convertirse en el fenómeno más importante no solamente de la región Caribe sino de Colombia. Pero la mentalidad humana es más fuerte que todo. Seguimos soñando sin despegarnos de su historia de haber formado y educado a miles de estudiantes que nuestro colegio es el mejor. Todo porque, allí vivimos unos de nuestros mejores años, aprendimos que la amistad verdadera nace y nunca desaparece, el respeto por los demás es una de las mayores necesidades del ser humano, el amor y el cariño por las instituciones, le da características que superan cualquier gloria, cualquier necesidad de adelantos, desarrollos o modernizaciones de nuestra época. Al Liceo a pesar de su mal trato que se le ha dado no parece no importarle y persiste como un monumento que al perdurar pareciera buscar siempre la inmortalidad. El destino no lo hace desfallecer, el abandono del Estado es claro y reprochable. Es como si dejáramos abandonados a su suerte a nuestros padres. Como si no atendiéramos a nuestros hermanos. ¡Que injusticia!, aquel que nos dio todo, hoy se debate en su vejez en sus recuerdos.

Olvidar esos momentos felices de nuestra vida en medio de la humildad y de la modestia es imposible, nos quitaría parte de nuestra vida, de nuestra juventud y de una formación que nos dio disciplina, humanismo y aprendizaje en todos los campos, permitiéndonos ver la vida diferente.

En los campos deportivos tan modestos que sus canchas de futbol nunca tuvieron al menos una grama, solo crecía el abrojo, aquel que nos puyaba, nos hería y desangraba tantas veces en un partido de futbol o alguna carrera atlética. Así compartimos con grandes deportistas que, después se volvieron famosos. Pero también intelectuales, científicos, profesionales honrados y otros insignes trabajadores que, por circunstancias de la vida no pudieron llegar a ser lo que quisieron.

La gloria del Liceo Celedón no se puede despreciar, fue la base de la educación no solamente de Santa Marta sino de toda la región y en algunos casos de Colombia, sus profesores nos lo dieron todo. Despertar el gigante, es un momento que queremos vivir, todos aquellos que nos beneficiamos de aprender con modestia y humildad las grandes composiciones literarias y los adelantos de las matemáticas, ciencias de la vida y demás.

Gracias Liceo Celedón por lo que nos diste, eres un ejemplo de la sobrevivencia a pesar de los malos tratos recibidos y el abandono, mantenido sin los reconocimientos merecidos. Despierta Liceísta, el colegio te necesita. Todos unidos podemos sacarte adelante y ver tu resurgimiento, en un momento en el que la educación es parte fundamental, para salvar un país que se debate en medio de las guerras fratricidas.

@49villanueva