El presidente Donald Trump no asistió a la cumbre de mandatarios en Belém, Brasil, previa a la COP30 de la ONU que inició el 10 y termina el 21 de noviembre. No es extraño. Trump es un negacionista del cambio climático. Otros, en estos lares, niegan la existencia del bosque seco tropical llamándolo despreciativamente “matorral”.

Tipos como Trump, que desconocen la degradación ecológica, son un peligro para la humanidad y no se comprende que en la principal democracia liberal del mundo lo hayan elegido dos veces presidente.

Somos un planeta amenazado por el calentamiento global. Un reto universal es asegurar un desarrollo urbano que no profundice la degradación ecológica. Cuando un barranquillero o habitante del área metropolitana se queja por el intenso calor está padeciendo una realidad que ha hecho menos agradable la vida en la Tierra. Por eso nuestra local insistencia en que conservemos lo que nos queda de bosque seco tropical y hagamos un ordenamiento territorial que provea grandes parques destinados a mitigar el calentamiento.

Hace 525 años, en 1500, dice Yuval Noah Harari en su libro De animales a dioses, “pocas ciudades tenían más de 100.000 habitantes. La mayoría de los edificios estaban construidos de barro, madera y paja; un edificio de tres pisos era un rascacielos. Las calles eran pistas de tierra con surcos, polvorientas en verano y fangosas en invierno, transitadas por peatones, caballos, cabras, gallinas y unas pocas carretas”. Cuando las ciudades se agigantaron se llenaron de automóviles y la naturaleza devastada fue sustituida por grandes edificios, casas y avenidas. Ese descomunal crecimiento tiene una explicación. En 1500 éramos unos 500 millones de seres humanos. Hoy somos más de 8.000 millones.

La “negligencia mortal” de Trump frente al cambio climático, que ha denunciado António Guterres, secretario general de la ONU, tiene sus intérpretes en aquellos agentes institucionales y gremiales que permiten la destrucción del ecosistema para favorecer desarrollos inmobiliarios arrasadores. Frente a algo tan documentado como el calentamiento global estamos asistiendo a un negacionismo que menosprecia la evidencia científica. Stephen Hawking dijo en su libro El universo en una cáscara de nuez: “si el crecimiento de población y el consumo de electricidad siguen al ritmo actual, en el año 2600 la población mundial se estará tocando hombro con hombro, y el consumo de electricidad hará que la Tierra se ponga al rojo vivo”. ¿Se imaginan el agravamiento ambiental que nos espera si continuamos tumbando el “matorral” e ignorando, como Trump, el cambio climático?

@HoracioBrieva