La tasa de interés de referencia del Banco de la República, que se mantiene en niveles históricamente elevados —9,25%—, ha actuado como un freno silencioso sobre la rotación de activos, las nuevas inversiones y el crédito hipotecario. La inflación, estancada en torno al 5%, ha impedido una relajación más rápida de la política monetaria. Y aunque los analistas anticipan recortes graduales hacia el segundo semestre de 2026, la sensación general es de cautela.

El impacto es claro: las tasas hipotecarias encarecidas han desplazado la demanda hacia el mercado de arriendo y refinanciaciones, alterando aún más el ritmo de la construcción que se ha visto ampliamente perjudicada por la extinta política de subsidios a la vivienda desde el Gobierno Nacional. En ciudades como Barranquilla, donde las ventas de vivienda usada crece más del 40%, el inversionista ha encontrado refugio en la renta residencial. La vivienda de interés social, impulsada por subsidios locales, resiste, pero las unidades disponibles disminuyen, planteando retos para arrancar nuevos proyectos.

El Banco de la República enfrenta un dilema difícil. La economía crece al 2,5% —apenas el potencial estimado—, pero el consumo interno sigue fuerte, alimentado por remesas récord y salarios reales al alza. La institución sabe que bajar tasas demasiado pronto podría reavivar presiones inflacionarias; mantenerlas altas por más tiempo, en cambio, prolonga la asfixia del crédito productivo y la inversión en vivienda.

De cara al cierre del año, el mercado espera una devaluación moderada del peso y un entorno financiero aún restrictivo. Los constructores e inmobiliarias deben leer este ciclo con pragmatismo: las oportunidades se moverán hacia los portafolios anticíclicos — administración de arrendamientos, vivienda usada—, mientras los proyectos nuevos requerirán estructuras de financiación más creativas y alianzas público-privadas más sólidas.

Si 2024 fue el año del ajuste, 2025 es el de la reinvención. El sector inmobiliario no puede esperar pasivamente el viraje del Banco de la República. Debe anticiparse, adaptarse y diversificar sus fuentes de ingreso. Porque la política monetaria seguirá moviendo el tablero, pero la verdadera estabilidad dependerá de la capacidad del sector para jugar inteligentemente con las reglas del ciclo.

*Directora Ejecutiva Lonja de Propiedad Raíz de Barranquilla