Entramos en la era digital la inmediatez: el pago es un clic, la transferencia tarda segundos, el recibo aparece en la pantalla. Las billeteras digitales, el nequi. Pero las aplicaciones están presentando fallas con frecuencia. Durante la semana, las aplicaciones de Nequi y Bancolombia se cayeron varias veces, el sistema mostró su fragilidad, causando daño y muchos inconvenientes a los usuarios.
Estas fallas en el sistema nos permiten darnos cuenta de algo fundamental: sin efectivo no es lo mismo que sin alternativa. Cuando los canales digitales fallan y cuando los servidores se bloquean millones de personas quedan sin acceso al dinero que es suyo.
Las caídas del sistema son un espejo que nos muestra la dependencia tecnológica de una economía que avanza hacia lo digital. No se trata solo de no poder transferir o recibir dinero; es no poder pagar el desayuno, no poder salir de casa o regresar a ella por qué no hay forma de acceder al pago del transporte o pagar el combustible, hacer el envío rápido para la comprar un medicamento, no poder atender un imprevisto. El banco dice: “Tu dinero está seguro”, “Trabajamos para restablecer el servicio”; pero la vida real sigue, y en la vida real, el efectivo sigue siendo una red de seguridad silenciosa; una herramienta que no depende de servidores, de conexión, de actualizaciones.
No poder pagar, comprar o cobrar por una falla en el sistema de su banco se convierte en una pesadilla, un daño incuantificable para millones de personas. El estado debe ejercer un control e imponer sanciones ejemplares a las entidades financieras que presenten continuas fallas en sus sistemas, porque la tecnología puede y debe avanzar, pero no a costa del ciudadano que necesita acceder a su dinero para sobrevivir. En esa balanza entre lo digital y lo físico, entre la modernidad y la contingencia, está nuestra responsabilidad colectiva: no excluir a nadie.
Por eso, la próxima vez que el servidor se caiga, que la app diga “inténtalo más tarde”, recordemos: la facilidad digital no debe convertirse en la única vía; que el billete guardado en el bolsillo, la tarjeta física, la sucursal bancaria no sean reliquias del pasado, sino partes de un sistema más amplio y justo.
Porque un mundo sin efectivo puede ser bueno; pero un mundo sin opciones es peligroso, y cuando el sistema se cae, todos lo sentimos. Entonces perdemos un poco de nuestra libertad, un poco de nuestra autonomía. Un poco más de esa seguridad que creemos tener.
@oscarborjasant








