Entre los abundantes chats antipetristas que circulan en redes y que ya hasta hartera da abrirlos, llega uno que se anuncia como “Breve balance de los 37 meses y dos semanas de gobierno”, que enumera una a una las barbaridades que Petro y sus cómplices han cometido, todos en contra del país. De rapidez se cuentan por lo menos veinticinco desastres y, aunque seguro pasaron por alto algunos, se creería que sumados a las barrabasadas expresadas en sus trinos, discursos, y en las alocuciones televisivas que nos impiden ver noticieros y otros programas de interés, por lo menos hay uno mensual. La verdad, parecerían más.

Petro continúa con sus desvaríos como si nada le importara. Pero no. Si bien ya poco le importa de lo que ocurra aquí, lo que le digan aquí, o lo que piensen las Cortes y los medios, su interés, hoy por hoy, es otro. El evidente fracaso de su gestión presidencial, que se le hundan sus proyectos de ley, que se desbarate la salud o se frustren las iniciativas que los ignorantes que tiene de asesores y hasta de ministros andan enunciando, incluso que se le niegue su proyecto de constituyente para eternizarse en el poder, ya no le importa, no lo afecta. Ya él está en otro viaje.

Cada vez que se presenta en la ONU, su megalomanía se dispara y se le exacerba el ego, y ya no se ve a sí mismo como el presidente de una banana repúblik, sino como el líder y caudillo, no suramericano de la izquierda, sino ¡mundial! llamado a ser el autor del cambio, pero no de ese cambio pequeñito que anunció aquí, sino de un verdadero cambio de filosofía y de mentalidad y acción ¡de la humanidad!! Ya se ve de país en país dictando conferencias acerca de cuál debe ser la orientación política de Suramérica y del mundo, y de cómo se debe actuar para lograrlo. Se imagina a todos los países, izquierdosos o no, llamándolo a explicar modelos y cifras, claro, inventadas, rodeado de unas imaginarias multitudes. Quiere aparecer como Simón Bolívar, como “el Ché, como Chávez, pero se resigna a fungir como Duque y como Juan Manuel Santos, ganando billete con sus conferencias internacionales, que las de Duque seguro son sobre lealtades que nunca practicó, y las de Santos sobre una paz que nunca existió. Las de Petro serán sobre eficiencia y buen gobierno. Cada loco con su tema.

Coletilla: Mientras aquellos siguen en su farsa, nosotros andamos en una feliz realidad con un Álex fuera de serie. Ya se le paró en la raya a Petro con su tal “Paz total”, y continúa avanzando con obras icónicas que consolidan nuestra identidad.

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