La inauguración del Festival de Cannes, como es habitual, se desarrolló en un ambiente elegante y distinguido, contando con el actor francés Laurent Laffite como maestro de ceremonias. El evento estuvo marcado por momentos emotivos, entre los que destacó un homenaje a David Lynch con escenas de la película Sailor & Lula (1990), acompañado de la canción de Mylène Farmer. Además, la presentación de la presidenta del jurado, Juliette Binoche, y la entrega del premio honorario a Robert De Niro contaron con discursos de fuerte carga política, destacando la responsabilidad del artista frente a la situación mundial actual. De Niro, quien regresó al festival 50 años después de su primera participación, reflexionó sobre la importancia de la democracia y enfatizó que el cine, en su esencia artística, fomenta la inclusión y rechaza cualquier forma de autoritarismo.
A continuación, se proyectó la película inaugural del festival, Partir el día, una comedia musical ligera que explora temas profundamente franceses como la gastronomía, el amor y la música. La trama sigue a Cécile (interpretada por la popular cantante francesa Juliette Armanet), una chef que, tras recibir un prestigioso galardón, planea abrir un restaurante en París junto a su pareja, Sofiane (Tewfik Jallab). Sin embargo, sus planes se ven alterados cuando Cécile descubre que está embarazada, una revelación que marca el inicio de la cinta, y su padre (François Rollin) enfrenta un nuevo episodio de enfermedad.
El regreso de Cécile al hogar familiar transforma la trama en un relato clásico y predecible sobre el retorno a las raíces. La madre (Dominique Blanc) revela la difícil situación en la que se encuentran, lo que lleva a Cécile a brindarles su apoyo, y no puede faltar el reencuentro con un antiguo amor adolescente, Raphaël (Bastien Bouillon), conexión romántica que quedó inconclusa.
Bajo la dirección de Amélie Bonnin y el guion de Bonnin y Dimitri Lucas, la película se inspira en el cortometraje homónimo que obtuvo el premio César. La banda sonora incluye canciones populares muy queridas en Francia, como temas de Céline Dion, Claude François y Michel Delpech, lo que ha generado opiniones divididas que la comparan con una sesión de karaoke.
Los personajes expresan sus propias frustraciones y enfrentan compromisos personales derivados de los desafíos de la vida cotidiana. No obstante, la película opta por no profundizar en la complejidad de estas situaciones, recurriendo a números musicales que la hacen más ligera y le restan impacto a los conflictos planteados.