El asesinato de Sara Millerey, es una radiografía de lo mal que está la humanidad (perdón que estamos como humanidad) porque para iniciar hay que tener la sensatez de dejar de señalar a otros como transfóbicos, al sistema, al Estado, cuando todo eso somos también, cuando hacemos parte de la mierdita de mundo doble moral. Este caso no puede ser una cifra más, una excusa de algunos para juzgar a todo mundo (menos a ellos o ellas mismas), a Sara le fallamos todos y todas, por acción u omisión.

Lo desgarrador de su asesinato, lleva a pensar que, aunque ella siguiera respirando – estaría – muerta también, muerta y partida de dolor, porque no bastó con quebrarles sus extremidades, sino que la violaron, la humillaron y la partieron en infinitos pedazos. Una de sus amigas, afirmó que Sara vivió siempre siendo víctima de violencias y eso nos ubica como una sociedad indiferente que incluso en nombre de Dios se atreve a matar. Ojalá el desgarro que muchos han manifestado en redes les dure más de 2 días y que dejemos de posar como los más empáticos y respetuosos, porque en realidad no es que seamos mucho de eso.

Y un ejemplo cerquita de esto que estoy afirmando, es que socialmente se normalizan las violencias y se “jerarquizan” los delitos, vemos a personas pedir a Dios para que solucione el problema judicial de un mandatario capturado por presuntos desvíos de presupuesto del programa de alimentación escolar (PAE) como si eso no fuera un delito grave, que fatal la acomodación de la “justicia”. Esos mismos que creen en la inocencia de unos, señalan a otros, por ser diferentes a lo que ellos consideran correcto.

Hace unos meses hice público mi reconocimiento a una amiga trans (Michelle) que admiro profundamente y que obtuvo un logro profesional maravilloso y una pastora me escribió afirmando “Fabrina el infierno te espera, porque ella no es una ella, es un él, acaso no sabías, no se puede llamar algo como lo que no es” y nunca le respondí porque sentí su perversa intención de que yo arremetiera contra Michelle porque era trans, porque además les incomoda que una mujer trans sea exitosa (les sirve más pobre, drogadicta o fracasada) esa es la discriminación estereotipada en su más alta pureza.

Realmente en nombre de la biblia y de Dios se cometen atrocidades, en realidad mi problema nunca ha sido con Dios o Diosa soy orgullosamente cristiana y feminista, estoy completamente segura de que Él o ella, no anda pendiente de juzgar y joderle la vida a nadie, esa costumbre es netamente humana.

En definitiva, el asesinato de Sara y de todas, no puede ser una estadística más y una noticia “morbosa” disfraza de dolor, cuando somos una sociedad Transfóbica, es momento de renunciar al amarillismo mediático que solo estremece por dos días a la sociedad. Esto merece la consciencia de las fobias y discriminaciones que ejercemos. Basta de Transfóbias, Xenofobia, Homofobias, Misoginias, Racismos y todas las formas de violentar el respeto por las diferencias. Están mal los que grabaron y no hicieron nada, pero también los medios que lo divulgan y las personas que dicen “no acostumbro a publicar este tipo de videos, pero este sí” ¿Qué carajos tienen en el cerebro y en el corazón para republicar y repostear el video de un asesinato?

Es momento de dejar de asombrarnos por horas o días por casos como el de Sara, jugar a partirnos de dolor y luego seguir como sino hiciéramos parte del problema social del rechazo, la doble moral y el juzgamiento. No más a la indiferencia y a la normalización de todo tipo de violencias… despertemos.

Nota: La radiografía de lo mal que estamos se confirma cuando un dirigente de la ciudad donde ocurrió el perverso asesinato nombra a Sara en masculino porque él es hombre y no mujer. Hace falta mucho por respetar las diversidades y siempre lo he dicho no es suficiente cumplir con los dos requisitos básicos de ser ciudadano colombiano y mayor de edad para ser mandatario, hace falta mucho más.

@facostac