No es alarmismo. El país se apaga y el Gobierno cree que la solución es seguir insultando, mintiendo y amenazando. Por todos es sabido que la ideología de Petro le impide aceptar la presencia de empresas y capital privado prestando servicios públicos. Por eso, al igual que en el sector de la salud, su obsesión es acabar con el sistema creado desde 1994 y que ha permitido llevar los servicios de energía y gas, acueducto y alcantarillado, aseo y comunicaciones a millones de familias que por décadas no tuvieron acceso a ellos.
Pero este inmenso logro no es apreciado y jamás será reconocido. Por el contrario, a las empresas del sector eléctrico les llegó ahora su shu, shu, shu por la vía del no pago, hace más de 12 meses, de los $ 2,9 billones de los subsidios que por ley debe reintegrarles. Por opción tarifaria, $ 3,1 billones más, y $ 1,6 billones de entidades públicas morosas. Grave que todos los compromisos y promesas de pagos parciales hechos por el ministro de Hacienda se hayan incumplido sistemáticamente. Ya no tengo duda de que se trata de una estrategia deliberada para asfixiarlas, intervenirlas y liquidarlas.
Pero Petro sigue en campaña y echa la culpa de todo a los gobiernos anteriores, y algo único, también al suyo, pero no a él. Y la verdad verdadera es que el tiempo se agotó y también cualquier margen de reserva. De presentarse en el presente año cualquier evento imprevisto en el sistema, no tendríamos cómo atender la demanda de energía eléctrica y deberíamos entrar a limitar el suministro a hogares y empresas. La situación es mucho más crítica para los años 2026 a 2028, cuando ni siquiera con la nueva energía en firme que deberá ofertarse en la llamada subasta de reconfiguración, que todavía no sale, podremos cubrir la demanda. Y de ahí para adelante, ni hablar.
Yo me pregunto, con las órdenes presidenciales de bajar las tarifas a las patadas, de intervenir la bolsa, de amenazar a las empresas e inversionistas, quién se va a animar a participar en la urgente subasta de expansión para construir nueva capacidad y poner en operación por lo menos 2.000 MW en 2029. ¿De dónde van a salir? ¿También los va a construir el Gobierno? ¿Como sus trenes elevados fantasiosos? ¿Como sus universidades en las selvas despobladas?
En paralelo con el apagón eléctrico afrontamos el apagón financiero de las empresas. Este sí que se podría solucionar si solo pagaran lo que deben. Más alarmas prendidas y solicitudes de gremios y empresas, imposible. También de la Contraloría General. El Gobierno sabe que la cuerda ya no se puede tensar más. Lo reconoció el defenestrado ministro de Hacienda cuando se comprometió en enero al pago de $800.000 millones que no solucionaba, pero sí daba un respiro al sector. ¿Será por eso también por lo que perdió el favor de su jefe? ¿Por actuar con un poco de responsabilidad? Lo que es claro es que su sucesor, el señor Ávila, vino a cumplir órdenes y a no incomodar a su jefe, pase lo que pase. Y está pasando.
Las empresas han empezado a aplicar cortes selectivos a sus clientes, lo cual podrá extenderse y generalizarse. No lo hacen porque quieran, sino porque han perdido su capacidad de seguir financiando a un gobierno arbitrario que todo lo incumple.
A todo esto se suma la llegada de la señora Irene Vélez a la dirección de la Anla y de la nueva ministra de Ambiente, que asegura que, aun adjudicándose los proyectos de generación, estos no se realizarán porque jamás obtendrán sus licencias ambientales y sociales.
Así que el panorama no podía ser peor para el país, pero mejor para Petro, que poco a poco verá cumplido su sueño de estatizar los servicios de electricidad y gas, modelos no solo de prestación segura y eficiente sino solidaria.
P. D. 1. Este lunes se reúne el consejo de ministros para evaluar esta situación. Ninguna decisión útil se adoptará, y menos se ejecutará.
P. D. 2. Petro sigue mintiendo al vincularme a la venta de Isagén promovida por Mauricio Cárdenas, que en nada es responsable de las tarifas y en la que no tuve ninguna participación. Espero pronto la Justicia una vez más me dé la razón y lo conmine a retractarse.