Los colores rojizos, de todos los tonos, tachonean el cielo que parece unirse en el horizonte con el mar. Estoy en un atardecer en la Bahía de Santa Marta, un lugar que se parece a un gran útero, ¡donde me sigo gestando y entendiendo como ser humano!
Vengo a este lugar a alimentar el alma. Es una de las prácticas espirituales que más me ayudan a restaurar lo que está roto en mi interior. Tengo claro que lo que experimentamos dentro se expresa en nuestras palabras, actitudes y acciones. Cuando en el interior estamos quebrados, nuestras relaciones son conflictivas, los proyectos se pierden en laberintos mentales, la confianza se desvanece, y terminamos sumidos en una confusión que no nos permite salir adelante ante los desafíos y los retos que enfrentamos.
La restauración se da, entonces, desde dentro hacia afuera, en ese lugar donde habitan nuestras emociones, nuestras heridas y también nuestras luces. Podemos cambiar de ciudad, de trabajo, de pareja o de hábitos, pero si no miramos hacia adentro y sanamos lo que nos duele, lo que está pendiente y lo que no hemos aceptado, esos mismos patrones y vacíos se repiten. Restaurarse por dentro implica tener el coraje de mirarse con honestidad, de nombrar las emociones incómodas, de dar espacio al duelo y a la vulnerabilidad. Desde ese reconocimiento humilde, algo comienza a moverse.
Nos hace falta alimentar más el alma. Vivimos en un mundo que valora el rendimiento, la productividad, los logros visibles, y dejamos de lado la vida interior. Nos enseñan a construir metas, pero no a escucharnos. A veces los quiebres de la vida se dan porque se crece mucho hacia afuera y poco hacia adentro, casi como aquel árbol alto que no tiene raíces, o cuyas raíces son cortas y poco profundas. Es urgente cultivar lo esencial: el silencio, la gratitud, el sentido, la conexión con nosotros mismos y con lo sagrado. Solo así podremos sostener lo que la vida nos entrega sin quebrarnos del todo.
Contemplar el atardecer samario me permite otear mi vida. Ese momento en el que respondo con honestidad: ¿cómo estoy?, ¿qué necesito hoy para estar un poco mejor?, ¿qué me conecta con la vida? Trascender lo inmediato y encontrar el mejor sentido posible a lo que estoy viviendo, para así poder levantarme y continuar.
Estoy seguro de que cuando me detengo, cuando me desconecto, abro el corazón y miro, en los ojos del alma, estos bellísimos fenómenos —más si estoy agarrado de la mano de Alcy—, adquiero la profundidad y la capacidad para poder liberarme interiormente, y coserme para seguir adelante.
@Plinero