Basada en la novela homónima de Robert Harris y dirigida por Edward Berger, con su elegante sello característico, Cónclave cuenta la historia del cardenal británico Lawrence (Ralph Fiennes), responsable de supervisar el proceso de elección del nuevo Papa de la Iglesia Católica, tras la muerte de Gregorio XVII.
No es la primera vez que el cine y la literatura exploran este fascinante tema, en especial por las contradicciones inherentes entre lo que se predica y lo que realmente sucede: mientras se aboga por la igualdad de los seres humanos ante los ojos del creador, la institución se ve envuelta en riquezas, jerarquías y rigurosos códigos de conducta que, en muchos casos, ni sus propios miembros logran cumplir.
A medida que los pasillos del Vaticano se llenan con cardenales de todas partes del mundo, los secretos ocultos de cada candidato comienzan a salir a la luz. Lo personal y lo político se entrelazan a medida que el encierro, que da título a la película, obliga a todos a permanecer allí hasta que se anuncie el esperado “Habemus papam”.
Lawrence es un hombre de convicciones firmes, y no desea ser Papa, posición que le permite el control sobre la elección del sucesor. Su dolor por la muerte del anterior pontífice es genuino, y estaba por solicitar un retiro espiritual para poder reflexionar sobre su propia vida y misión.
Entre los candidatos figuran personajes como el Cardenal Bellini (Stanley Tucci), favorito por sus posturas aparentemente liberales, cercanas a las del Papa fallecido, y el cardenal mexicano Benítez (Carlos Diehz), un recién llegado al Vaticano que es aún un enigma para muchos. No obstante, las corrientes conservadoras empiezan a ganar fuerza con figuras como el canadiense Joseph Tremblay (John Lithgow), el Cardenal Adeyemi (Lucian Msamati) de Nigeria y el italiano Goffredo Tedesco (Sergio Castellitto), uno de los más radicales.
En este mundo dominado por hombres, las mujeres tienen poco poder, pero la hermana Agnes (Isabella Rossellini) sobresale, no por su posición, sino por los secretos que guarda celosamente.
La película resulta entretenida, con actuaciones destacadas, y aunque la trama se desarrolla prácticamente en un solo lugar, con reuniones en largas mesas que podrían resultar monótonas, el ritmo se mantiene dinámico gracias a diálogos intensos y bien construidos. La ansiedad de Lawrence es palpable en los momentos previos a la votación final, y su angustia logra transmitir la tensión de un evento trascendental, donde el futuro de la Iglesia Católica está en juego.
@GiselaSavdie