La arremetida del ELN amenaza con “guerra total” en el gobierno de la “paz total”. La Defensoría señala 11 crisis humanitarias y 10 grupos armados en 809 municipios; un copamiento territorial con peligrosa pérdida de soberanía y violencia que llega a las ciudades con el microtráfico.

El ELN es primero en la lista, y la pregunta es por qué, si su proceso de diálogo era de mostrar, con países garantes y acompañantes, 28 acuerdos firmados en dos años y Comité Nacional de Participación.

La respuesta está en su historia: 60 años de violencia revolucionaria, una bandera que hoy es simbólica, pero justifica su violencia narcoterrorista y su reclamo al Gobierno por seguir en la lista de los GAO, pues ellos son “luchadores por la libertad”.

Durante 50 años han negociado, en un ciclo de diálogo, incumplimiento, ruptura sangrienta y más diálogo. Hoy estamos en “ruptura sangrienta”, durante la cual, con cinismo, sus líderes cacarean su voluntad de paz y de “firmar para cumplir”, mientras incumplen y acusan al Gobierno de incumplido. Ayer denunciaron que las Fuerzas Militares son aliadas del Clan del Golfo y no lo combaten en Chocó, lo que justifica su paro armado.

La respuesta también está en su estrategia geopolítica. Primero, su transformación adaptativa, de guerrilla comunista-cristiana a grupo armado binacional, narcoterrorista en Colombia y, sin dejar de serlo, paramilitar en Venezuela, aliado de Maduro.

Segundo, su estrategia expansiva de control territorial, que es solo la punta de un iceberg, bajo la cual se esconde una amenaza latente. El iceberg es la imagen de la estrategia elena de “lucha y acumulación”, con la lucha armada por el control territorial como punta visible, y un “acumulado” oculto de sus otras luchas: social y económica, política, ideológica, ambiental y diplomática, cuyo fin es el socialismo, para lo cual someten a la población y eliminan adversarios, ya sea Fuerza Pública, grupos armados y todo aquel que se atraviese.

Tampoco se trata de control localizado, no es solo el Catatumbo, sino el corredor de frontera, desde La Guajira hasta Vichada, y no apenas de retaguardia al otro lado de la frontera, sino para cuidarle su frontera al régimen venezolano, como primera línea de defensa. Maduro padece síndrome de invasión, y nada más peligroso que un dictador asustado y expansionista. De hecho, ya convocó elecciones para gobernador del Esequibo que pretende arrebatarle a Guyana.

No olvidemos que la población guajira es binacional, como el contrabando, el narcotráfico en el Catatumbo y la cultura llanera en el resto de frontera. No sea que el ELN, de primera línea defensiva, también se transforme en… ejército de ocupación. No sobra advertirlo.

@jflafaurie