Recientemente se ha anunciado un suceso sin precedentes en la industria musical. Bad Bunny, el artista boricua más exitoso del momento, el que llena estadios en todas sus giras y agota boletería en cuestión de horas, lanzó su más reciente disco con un giro inesperado: un álbum de corte protesta, con el que busca reivindicar la cultura autóctona de su natal Puerto Rico.
Y en vez de embarcarse en una gira mundial, decidió ser consecuente con su mensaje. Le dijo al mundo algo así como: Los que me quieran ver, vengan a Puerto Rico.
Sus próximos conciertos serán lo que en la industria llaman una residencia: en lugar de recorrer distintas ciudades, ha elegido un solo escenario, el Coliseo José Miguel Agrelot, donde ofrecerá 30 conciertos, del 11 de julio al 14 de septiembre. ¿Y adivinen? Todas las entradas ya están vendidas.
Pero la genialidad de su idea no termina ahí. Además del espectáculo, la experiencia incluye paquetes turísticos en su isla, lo que generará un impacto económico estimado en más de 100 millones de dólares. Entre hotelería, alquiler de vehículos, planes turísticos, mercancía promocional y, por supuesto, la activación del comercio informal, Puerto Rico vivirá una inyección económica sin precedentes gracias a su mayor estrella.
Cuando abrió la venta de boletos, que oscilaban entre 2.5 y 4 millones de pesos, incluyendo estadía en hoteles, rompió un récord mundial: 400 mil entradas agotadas en solo cuatro horas. Y aún no ha anunciado una segunda tanda de conciertos, pero cuando lo haga, es casi seguro que repetirá la hazaña.
Ahora bien, como soñar no cuesta nada, viendo este fenómeno que no solo llenará los bolsillos del Conejo Malo, sino también los de su tierra natal, surge una pregunta inevitable: ¿y si tuviéramos algo así en Barranquilla?
Imagino y bautizaría “Arena Pies Descalzos”, a ese mega escenario que nuestro alcalde quiere construir, inaugurado con una residencia de 20 conciertos de Shakira. Un negocio redondo. Porque lo más costoso de un tour es mover toneladas de equipo técnico en escenario, sonido y luces. Si “Shaki” hiciera una residencia en su tierra, el ahorro logístico sería gigantesco y su rentabilidad, mucho mayor. Y, a su vez, la economía de la ciudad se dinamizaría como nunca antes.
Tenemos infraestructura hotelera, atractivos turísticos, una oferta gastronómica y cultural envidiable. El escenario… se construye. Para eso tenemos alcalde de sobra.
Shaki, alcalde, se las dejo ahí.