De mi traga eterna – La Guajira – podría escribir por horas y miles de páginas, sin embargo, haré un esfuerzo de síntesis narrativa para el contexto de esta columna, procedo. La Guajira tierra mágica y poderosa, es el único departamento de Colombia que se escribe con pronombre femenino, es la cabeza de país, la dama erguida de grandes riquezas naturales, culturales, pluriétnicas e históricas y lamentablemente empobrecida por varios factores, corrupción, bonanzas, intereses politiqueros verticales y opresores, sin embargo, esa resiliencia propia de su esencia pluriétnica la hace única e inquebrantable, entre sus diferentes pueblos indígenas es el útero existencial de la – Wayúu- una de las más grandes del mundo y de Colombia, la cual, es matrilineal y en ello fluyen miles de misterios femeninos que no pueden pasar desapercibidos, sino que merecen toda la relevancia.
Especialmente en el tema de las riquezas naturales, como es el caso del viento y las energías, las cuales, no pueden ampararse de manera antiética en un concepto occidental de – “desarrollo”- sino desde la cosmovisión indígena y todo el valor espiritual que guardan los vientos para el pueblo wayúu, en el cual, las mujeres son las herederas del territorio, las protectoras del ecosistema natural, espiritual, familiar e identitario.
El título de esta columna, lo dice todo, la triada Territorio (La Guajira, Las Mujeres y los vientos) no pueden ser escindidas ni mucho menos intervenidas desde posturas verticales, patriarcales y capitalistas que atropellan el valor del cuidado de la fauna, flora y la estabilidad de las comunidades; no es esta una postura de negación y resistencia necia, el desarrollo y la sostenibilidad no es lo mismo para la mirada institucional / occidental que para las comunidades y lo que debe presentarse es una reconciliación justa, ética y transparente de las diferentes miradas y sectores.
En la Guajira no pueden continuar procesos excluyentes e injustos de extractivismos. El pueblo ha despertado desde diferentes orillas y no puede seguirse tratando lo sagrado como un artefacto productor de riquezas para unos pocos y más pobreza para muchos.
Mujeres y su defensa del cuerpo-territorio
Para hablar de las Mujeres y su defensa del cuerpo-territorio, comienzo diciendo que estoy hablando como mujer feminista guajira que ha tenido un acercamiento al tema de energías y el liderazgo de las mujeres indígenas en la defensa de sus territorios ancestrales con el mayor respeto y amor genuino por mi historia.
Las mujeres wayúu son amigas del viento
Demuestran la fuerza de los liderazgos femeninos y su rol de defensoras del territorio, del planeta y de su historia; por ello desde su sabiduría ancestral insisten que los procesos de transiciones energéticas y cualquier proceso en La Guajira se debe hacer con el protagonismo y gran aporte de ellas, esto es algo que por años el machismo ha impedido pero que se hace urgente y cada vez reclama más espacios de inclusión real, participaciones con garantías y liderazgos libres, seguros y con identidad. Es con ellas con autonomía, jamás sin ellas, menos en una cultura matrilineal, esto no puede pasar como un saludo a la bandera.
Son muchas las mujeres que están liderando organizaciones sociales defensoras de derechos humanos, como es el caso del grupo “Las mujeres amigas del viento”. Entendiendo que el valor del viento desde la cosmovisión indígena se basa en una categoría – espiritual – que sustenta sus principios ancestrales, la naturaleza/ecosistema, sus usos y costumbres en general, por ello, esta connotación no se limita a visiones de tecnologías o mera productividad, sino a una mirada holística que prioriza la conservación de su riqueza histórica/cultural.
En este sentido, la relación “cuerpo-territorio” es mirar a los territorios como cuerpos vivos e históricos desde la cosmogonía indígena, es decir, allí habitan las memorias, saberes, dolores, desafíos, sueños individuales y colectivos; y a su vez, invita a mirar a los territorios como cuerpos sociales que están integrados a la red de la vida.
De este modo, el respeto por los resguardos es vital y la comprensión de los significados de recursos naturales sagrados como el viento no debe ser solo comprendido desde la tecnología o el capitalismo, como lo menciona Cruz, D (2016)
“Nuestra relación hacia con las comunidades indígenas debe ser concebida como “acontecimiento ético” entendido como una irrupción frente a lo “otro” donde la posibilidad de contrato, dominación y poder no tienen cabida, donde existe la acogida comprendida como la co-responsabilidad y la única propuesta viable para mirar el territorio y entonces para mirarnos a nosotras-nosotros-nosotres mismos (Cruz, 2016, p. 8)[1].
[1] Cruz, D. (2016). Una mirada muy otra a los territorios-cuerpos femeninos. SOLAR, Revista de Filosofía Iberoamericana, 12(1). ISSN: 1816-2924
Se requiere entonces un proceso de transición energética justa, desde categorías como: género, territorio y soberanía, gobernanza, respeto por las comunidades, porque un cambio que no proponga relacionamiento democráticos con el territorio y con sus gentes va directo a profundizar problemáticas en las comunidades.
El viento desde la cosmovisión wayúu
Para los wayúu los vientos son un recurso de tipo espiritual que atraviesa todos los aspectos de sus dinámicas de vida. Joutai es hijo de Palaa lo que significa que es un ser espiritual perteneciente al orden de familiaridad ancestral, Jou- ojo / tai piel / quien tiene su mirada siempre sobre nosotros. De este modo, el viento es fundamental para la vida y para la muerte, si hay algo sagrado para los Wayúu es la muerte, morir consiste cuando se termina el viento en el cuerpo y cuando el viento se va el alma parte del cuerpo. Por ello, existen varios tipos de viento y se pueden categorizar desde su posición geográfica:
Uchijeekuai, Palaajekauin, Waopujekuaai, Wuimpujekua
Asimismo, cada viento tiene características particulares que permiten el equilibrio entre un viento y otro, el que viene de chupuna es buena lluvia, el que viene de palaa o de jepirra puede enfermar, trae enfermedades, el viento Pichikua- nos recuerda que vivimos en una constante confrontación de los vientos.
Wawai: el viento de tormenta. Siempre que llega la tormenta las personas deben abrir sus puertas para que pase libre. Wawai vive en una constante rivalidad entre juya. Por eso vienen tormentas con la lluvia.
Merkatshi: el viento fresco
Maitshi: es sueve no se siente
Jojotshi: sereno, normalmente llega en las madrugadas.
Wa´ale : es una brisa alta. Abajo no ventea, pero avisa que vendrán otros vientos
En Jojoshi no se siembra porque es frio y trae un sol muy fuerte lo que hace que las semillas no florezcan si no que se secan
En Merakashi, se puede preparar la huerta para sembrar.
Epichikua anuncia una buena lluvia.
Los vientos anuncian los tiempos de pesca, lluvia, siembra, corte leña. Son puntos de referencia para cada actividad económica. Guían el calendario sociocultural-económico del pueblo Wayúu. De este modo, los y las wayúu consideran que están llamados al Kojutaa, que es el respeto entre humanos y seres espirituales.
Las amigas del viento, llaman a la reflexión en clave de defender el privilegio que como wayúus tienen de ser hijos e hijas del viento. Por ello, también frente a los parques eólicos se preguntan: ¿Qué va a pasar con el viento, sigue su camino hacia nosotras o se va a ir por otros caminos? Las mujeres wayúu han alzado su voz desafiando las barreras de acceso a su participación, han creado organizaciones sociales feministas y defensoras de Derechos Humanos y no están dispuestas a detener su gran lucha por proteger su identidad, historia, territorios y sus vidas, este empoderamiento femenino en las comunidades indígenas y los movimientos transformadores han propiciado la deconstrucción de estereotipos de género, para enfatizar en la búsqueda de la garantía de los derechos; aún falta mucho, pero existen algunos avances en razón a estas nuevas dinámicas sociales de las mujeres.