Esta temporada el técnico del Liverpool, Arne Slot, ha decidido, en una buena cantidad de partidos, alinear a Luis Díaz como centro delantero. Llama la atención porque no ha sido por una cuestión circunstancial, vale decir lesiones o suspensiones de los futbolistas que habitualmente cumplen con esa tarea, sino una determinación táctica, visionaria con respecto a la evolución que él cree puede producirse en el estilo y la efectividad del buen delantero colombiano.
No es la primera vez y no será la última que un puntero se transforma con los años en centro delantero. Solo voy a citar dos nombres de destacados futbolistas colombianos: Arnoldo Iguarán y Dayro Moreno. Ambos fueron veloces y peligrosos extremos, y después ocuparon la zona central del ataque con alta efectividad.
El proceso de Luis Díaz, si este y los siguientes técnicos que a él lo dirijan insistieran, a mi juicio tiene una ventaja inicial en el hecho de que nunca ha sido un puntero de raya que envía centros después de ganar el fondo. Él es un derecho partiendo de la izquierda y con mucha frecuencia trazando diagonales para encontrarse con el arco rival. No es extraño para él verse dentro del área del contrario y de cara al gol. Tiene adelantado, aun jugando en su posición natural, su gusto por el gol y su frecuencia, característica exigida y obligada tarea de los centros delanteros.
En esa posición se le reducen los regresos defensivos. Su movilidad, su dominio del balón, su capacidad para desequilibrar, son virtudes que él posee y les saca provecho jugando en cualquier lugar del frente de ataque. De centro delantero, en mi opinión, tendría que coordinar sus acciones jugando de espaldas, devolver la pelota más veces a un toque porque es un jugador que le gusta tenerla y conducirla, aprovechar y perfeccionar el buen cabeceo que esporádicamente ha demostrado tener. Y, además, para completar el perfil de un gran centro delantero necesitaría afinar el instinto, anticipar, definir de primera y volverse un poco egoísta.