Papá, estas palabras son para ti. Para ti, que quizás sin querer me hiciste daño, que me lastimaste con palabras o con silencio, que rompiste promesas o no estuviste en momentos importantes. Hoy no vengo a juzgarte ni señalarte, sino a sanar aquello que hoy no me deja avanzar.

Sé que no siempre fuiste el padre que necesitaba, que hubo noches en las que esperé tu llegada y no viniste, que hubo días en los que busqué tu amor y no lo encontré. Hoy, desde mi corazón, quiero hablarte como hijo, pero también como un ser humano que decide mirar hacia adelante con esperanza y amor.

Hoy decido perdonarte.

Te perdono porque entiendo que tú también has cargado tus propias heridas, que has cometido errores como todos los seres humanos. Te perdono porque sé que muchas veces hiciste lo mejor que pudiste con lo que tenías, aunque no siempre haya sido suficiente. Sé que dentro de ti también habita un niño herido, uno que quizás no tuvo la oportunidad de sanar antes de convertirse en padre.

Pero hoy elijo romper con ese ciclo.

Hoy decido sanar mi corazón.

Ya no quiero vivir atrapado en la ira o el dolor. Quiero abrir mi corazón a ti y al amor que ambos necesitamos para curar esas viejas heridas. Papá, quiero que sepas que te amo. Desde ese amor, tomo la decisión de cortar con la herencia generacional del dolor, del abandono, de la dureza, y comenzar a construir una historia nueva.

Quiero dar a mis hijos algo distinto: una herencia de amor, respeto, presencia y cariño. Quiero que vean en mí un padre que está allí para ellos, que los acompaña, que los escucha. Pero también quiero que ellos vean en ti un abuelo sano, un hombre que tuvo el valor de reconocer sus errores y crecer a partir de ellos.

Papá, sanemos juntos.

Que este sea un punto de inflexión, un momento en el que decidamos juntos transformar nuestro vínculo. No importa cuánto tiempo nos quede por compartir: puede ser un día, un año o muchas décadas. Lo que importa es que ese tiempo esté lleno de amor, de entendimiento y de nuevas oportunidades.

Dejemos atrás el pasado. No permitamos que defina nuestro futuro. Construyamos una relación basada en lo que somos capaces de ser a partir de hoy: mejores hombres, mejores seres humanos, mejores versiones de nosotros mismos.

Papá, hoy elijo ser feliz. Elijo perdonarte. Elijo ser el hombre que he sido llamado a ser. Deseo poder disfrutarte y enseñarte como me gusta ser amado, no hay más tiempo para desperdiciar.

Que en esta navidad, la sanidad llegue a tu hogar y padres e hijos se unan en un solo corazón. El mundo necesita amor, sanidad y esperanza para las futuras generaciones.