Esta semana un panel de tres jueces del circuito federal de Washington D.C. unánimemente ratificó la legalidad de una nueva ley que obliga a que ByteDance, el dueño chino de TikTok, venda su participación mayoritaria antes del 19 de enero de este año, o sino se tendrá que cerrar la plataforma en EEUU. Recordemos que son casi 170 millones de estadounidenses los que utilizan de manera recurrente TikTok, por casi una hora al día en promedio, tanto para entretenerse como para informarse. Los motivos de la decisión son interesantes.

El principal argumento de los jueces para respaldar la ley es que la misma se diseñó con el objetivo de impedir que una nación adversaria extranjera tuviera injerencia sobre los contenidos que consumen los americanos y para limitar la capacidad que este tuviera para recoger información privada de los ciudadanos de EEUU. En últimas es un argumento directamente ligado con la seguridad nacional y la capacidad del Partido Comunista Chino de diseminar propaganda o tener acceso a datos sensibles de estas personas. Y vale la pena recalcar también que tanto YouTube como Facebook, e inclusive TikTok, están prohibidos en China.

El contraargumento también es poderoso y está asociado a la libertad de expresión. Los mismos jueces reconocieron la posibilidad de que la decisión del cierre de la plataforma cercenara la capacidad de expresión, eliminara una fuente de comunidad e inclusive acabara con un mecanismo para generar ingresos. Tal vez lo que más sorprende, como lo mencionó Nicholas Thompson de The Atlantic, es que un país tan defensor de esa primera enmienda de la constitución llegará, primero a través del congreso, y luego por medio de su sistema jurídico, a una decisión como esta.

Tengo que confesar que aún con mi propensidad a probar nuevas tecnologías, con mi cercanía con el ecosistema de emprendimientos de base tecnológica y con mi gusto por estar informado por múltiples fuentes, no soy ni seré usuario de TikTok. El formato de videos cortos optimizado para el consumo frenético y dirigido a audiencias jóvenes desde un inicio me pareció que tenía más riesgos que ventajas. Si el potencial adictivo de las redes sociales y el éxito que tienen capturando nuestra atención es a veces difícil de controlar para los adultos, peor aún para adolescentes. Y el factor del origen del dueño de la plataforma también pesa. El gobierno Chino demostró su capacidad de injerencia en la industria tech en los últimos años por su control sobre empresas de tecnologías que considera estratégicas.

La defensa preventiva parece ser entonces una opción difícil pero necesaria. Y con efectos impredecibles.

@RPlataSarabia