El departamento del Atlántico es el sexto más importante del país, aportando el 4.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional en 2023, con una tasa de crecimiento promedio similar a la nacional desde 2006. Sin embargo, enfrenta desafíos que afectan su comercio exterior. A pesar de que las exportaciones alcanzaron 1.2 millones de dólares en 2023, la balanza comercial ha sido deficitaria durante diez años, y solo nueve empresas concentran el 62% de las exportaciones.
Una gran oportunidad para el Atlántico radica en el fortalecimiento de las cadenas de valor agregado, lo que permitiría diversificar el comercio y aumentar la productividad. Es crucial fomentar la participación de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que enfrentan barreras de acceso al crédito y a mercados internacionales. Con programas de apoyo financiero, las PyMEs no solo podrían sobrevivir a crisis económicas, sino también expandir sus vínculos comerciales.
La diversificación de exportaciones funcionaría como un seguro ante riesgos en períodos de bonanza y crisis, fortaleciendo la resiliencia de las empresas exportadoras. Asimismo, es fundamental reconsiderar la estrategia comercial hacia cadenas de valor más regionales, dado que estas favorecen el comercio al reducir la dependencia de importaciones lejanas.
Todas estas iniciativas deben ir acompañadas de la eliminación de barreras comerciales. Los tratados actuales carecen de reglas consistentes y la complejidad de las reglamentaciones desincentiva el comercio. La formación de cadenas de valor requiere un enfoque de arriba hacia abajo para asegurar la coherencia entre los diversos acuerdos. Existen iniciativas en el departamento, como “Atlántico exporta a toda marcha”, que buscan construir redes de exportaciones más sólidas, pero para maximizar su potencial es necesario diversificar la oferta exportable, invertir en capacitación y establecer alianzas estratégicas globales.
Además, es fundamental impulsar la innovación tecnológica y la sostenibilidad en los procesos productivos. Crear un entorno que valore la investigación y el desarrollo puede llevar a productos más competitivos en el mercado global.
Por último, fortalecer la colaboración entre el sector público y privado es esencial para crear un ecosistema que apoye el crecimiento sostenible. Con un enfoque proactivo y políticas coherentes, el Atlántico puede convertirse en un modelo de resiliencia y crecimiento en el comercio exterior, aprovechando su riqueza y potencial en un contexto global cambiante. Es momento de que todos los actores involucrados trabajen juntos para hacer realidad esta visión.
* Directora Ejecutiva Fundesarrollo