La caridad es una virtud que debería ser aplicada por todos, pero como en este mundo en el que nos tocó vivir no todas las personas son iguales, entonces digamos que ojalá la mayoría debería aplicarla, obviamente en la medida de sus posibilidades que en este caso serían financieras, porque para aportarle algo al prójimo la carencia de recursos económicos sería el mayor y más común factor limitante, aunque haya otros muy importantes, con los que también se practica la caridad con el prójimo.

Siempre habrá personas en muchísima más desventaja que otros, otros que para esta ocasión serán mis lectores de EL HERALDO o escuchas en mi Podcast, y muy seguramente una proporción de estos a quienes me dirijo contarán con recursos que les permitan hacerle sentir a muchos, menos favorecidos, que una parte de la humanidad no tiene un corazón de piedra y les duele el padecimiento de los más pobres, situación mucho más común en un medio como el nuestro que en países desarrollados en los que sus gobiernos destinan recursos para ese numeroso grupo humano porque en esos países no existe como aquí, la corrupción que desangra al Estado, o la hay en mucha menos proporción. ¡Porque en Colombia se roban casi todo!

Escogí este título para la columna porque son muchos los que utilizamos el muy apreciado servicio de entregas a domicilio de nuestras tiendas, negocio que requiere de sus propietarios abnegación y gran sacrificio de su tiempo, casi sin descanso, además de haber sido afectados muy negativamente con medidas del actual gobierno, como el ladinamente llamado “Impuesto Saludable”, con el que grabaron un elevado porcentaje de los comestibles que se venden en estas, con un 10% en el 2023, 15% en el 2024 y 20% desde el 2025. Sabemos que hoy más que nunca, muchas son objeto de extorsión y otras han cerrado porque con esas negativas condiciones, dejaron de ser rentables. Ante sus menguadas utilidades, supone uno que la situación no les permite remunerar a sus miles de mensajeros con salarios acordes a su esfuerzo físico diario desde muy temprano en las mañanas hasta horas de la noche incluyendo domingos y feriados. Procuren ponerse en los zapatos de esos miles de muchachos, y analicen lo que ellos deben sentir sobre su condición cuando nos ven pasar en nuestros vehículos con aire acondicionado y llegar a nuestras casas o edificios de apartamentos, y más aún, ya de regreso a sus muy humildes viviendas con unos muy pocos pesos producto de su duro trabajo, que es tan digno como cualquier otro. Es cierto que podemos hacer poco por ellos, pero dejarle en cada compra, unos pesos del vuelto, es algo que no nos hará más pobres pero sí les servirá de mucho a ellos, tanto económicamente como para que sientan que agradecemos su trabajo. Seguro que la satisfacción será mutua.

@nicorenowitzky