En el periodo comprendido entre el 2015 hasta hoy, América Latina y el Caribe presentaron un crecimiento económico bajo, con una tasa promedio del 0,9 %, lo que mantiene muy limitado el escenario para cerrar brechas socioeconómicas y salir del estigma de países subdesarrollados, pletóricos de pobreza, desnutrición, desigualdad, bajo nivel educativo, elevada morbimortalidad, etc.

En un análisis de la situación, en su Estudio Económico 2024, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, estima que es fundamental que nuestros países se fijen la tarea de dinamizar el crecimiento para que puedan responder a los desafíos de orden ambiental, social, educativo y laboral actuales. Se hace énfasis en la estrecha relación entre el crecimiento económico y la dinámica del empleo, dado que, el periodo estudiado es la década con la más baja creación de empleo en los últimos 70 años. A su vez, advierte, entre otros aspectos, la sincronización de la dinámica del empleo con el comportamiento del Producto Interno Bruto, cuyo crecimiento ha sido prácticamente nulo en los últimos 10 años.

Además, del análisis se desprende que la región no solo ha disminuido su tendencia de la creación de empleo, sino que se ha incrementado la informalidad; de hecho, más de la mitad de las personas ocupadas lo están en trabajos informales, de muy bajos ingresos y sin seguridad social.

Según la CEPAL, “en la región no solo ha disminuido la creación de empleo, sino que el que se ha creado ha sido en sectores que han contribuido a reducir la productividad del empleo a nivel regional. Para revertir esta situación, la región no solo tiene que crecer, sino que tiene que hacerlo mejor. Es necesario promover estrategias de desarrollo productivo que propicien un aumento de la inversión a nivel regional…”.

El bajo crecimiento económico es calificado por la Comisión como una de las trampas que limitan el desarrollo social, junto a la alta desigualdad y la baja movilidad social, así como la baja capacidad institucional y la débil gobernanza en toda América Latina y el Caribe. Es importante tener en cuenta estos juiciosos estudios que, con análisis históricos y evaluaciones del presente, proponen la necesidad de un mayor crecimiento que, necesariamente, con políticas que no solo atiendan la productividad, sino que sean inclusivas, que impacten eficientemente las brechas sociales, y estén correlacionadas con la mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, a los cuales son muy vulnerables nuestras comunidades urbanas y rurales.