El gigante socio de 3.600 metros de altura de la selección boliviana provoca en sus rivales unas modificaciones en la estrategia previa al partido y durante el mismo. Son partidos únicos, especiales, diferentes.

A Bolivia nunca le ha garantizado el éxito, pero hay variaciones fisiológicas y sicológicas en su rival que sí influyen en el trámite del juego. Reinaldo Rueda lo sabe y por eso tomó las medidas que suelen tomarse para jugar en la altura de La Paz. Para él ningún reparo hay en el análisis que desarrollaron de las características y actualidad de algunos jugadores que habitualmente juegan en ciudades de altura y el rigor científico utilizado durante la preparación previa. No obstante, para iniciar la competencia recurrió a nueve jugadores que estuvieron en la reciente Copa América, es decir, confió en la continuidad y los progresos que se alcanzaron en aquellos 35 días de convivencia.

Luego completó la nómina con dos “nuevos”: Roger Martínez y Juan Quintero. El primero, le ganó la posición a Borja como el delantero en punta porque, entre características técnico-tácticas con algunas similitudes entre ellos, su continua competencia en ciudades con altura en México definió la titularidad. Acierto de Rueda. Con el segundo, no me pareció buena idea porque, reconociendo su indiscutible calidad creativa, hay evidencias incuestionables que su mejor aporte, especialmente en River Plate, tal vez su mejor momento, lo hizo en periodos de 25 o 30 minutos finales. No creo que hoy sea un jugador confiable para iniciar en la altura de La Paz.

No le salió bien este experimento, pero como buen líder, no fue tozudo y lo reconoció inmediatamente sustituyéndolo al inicio del segundo tiempo por Andrade, este sí un jugador que por calidad y condiciones físicas está más apto para afrontar las duras condiciones de La Paz.

Colectivamente, Colombia fue muy organizado y solidario en fase defensiva. Sobre ese buen desempeño apoyó su plan. Y le salía muy bien hasta el imparable remate de Saucedo. El constructo ofensivo fue más esporádico, en La Paz no es necesariamente la prioridad y es casi imposible tener, y mucho menos sostener la iniciativa. Las malas decisiones y ejecuciones de Díaz, Cuadrado y el mismo Andrade (en la más clara de gol) en esas pocas, conspiraron contra un mejor resultado.

En general, compitió bien Colombia en medio de los condicionamientos a los que obliga la altura de La Paz. Mañana viene Paraguay sin Almirón, su mejor gestor ofensivo, y con urgencias tras su derrota en Quito. Otro partido clave en medio de una tabla muy apretada.