Desde comienzos de julio, en este mismo espacio, señalamos la probabilidad creciente del Fenómeno Niña. Dadas las más recientes condiciones océano-atmosféricas en el Pacífico tropical, es necesario hablar nuevamente sobre el tema, debido a la posible repercusión que podría tener para el país.

El enfriamiento de las aguas en el Pacífico tropical desde hace tres meses y la predominancia de vientos alisios fortalecidos durante el mismo periodo han sido una demostración de acoplamiento. Sumado a lo anterior, los modelos de predicción indican que esta situación persistirá durante al menos seis meses, lo que ha dado lugar a que diversos centros internacionales del clima hayan declarado que estamos ya bajo un escenario de desarrollo del fenómeno.

El Centro de Predicción Climática de la Administración del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de los Estados Unidos, en su informe del 8 de octubre, comunicó de forma textual: “La Niña continuó durante septiembre”, en cierta forma siendo coherente con el Índice Oceánico El Niño para el trimestre julio-septiembre, el cual presentó valores que están dentro del umbral del fenómeno.

Por su parte, el Centro Australiano, desde varias semanas atrás, fue el primer organismo internacional en declarar el estado de alerta máximo. En su más reciente informe del 13 de octubre, señala que La Niña se fortalecerá y alcanzará su punto máximo en diciembre; en el mismo documento, preocupa en cierta forma la siguiente afirmación: “Alrededor de la mitad de los modelos anticipan un evento fuerte, lo que significa que existe la posibilidad de que alcance una fuerza similar a La Niña de 2010-11”. Lo anterior va en línea a lo comunicado por NOAA, desde donde se advierte la probabilidad de un evento moderado a fuerte.

No obstante, la “buena noticia” es que es muy probable que sea un evento corto, proyectándose su final aproximadamente en marzo de 2021. Otro aspecto alentador en medio de la alerta actual de La Niña, es que la primera quincena de octubre no ha sido tan lluviosa, especialmente en sectores del centro y sur del país, debido al comportamiento de los vientos en altura, así como una fase de la variabilidad climática de corto plazo (intraestacional) que ha inhibido en cierta forma las lluvias. Se prevé que en la segunda quincena de octubre el tiempo lluvioso se generalice y que noviembre sea el mes de mayores cantidades de precipitación. Proyectándose el pico de la Niña en diciembre tendríamos un final de año pasado por agua en relación con lo normal para la época. No se puede bajar la guardia en términos de prevención.

Aunque es notoria la incidencia de fenómenos de variabilidad climática Niño/Niña en el clima del país, debe dejarse muy claro que no son los únicos que alteran los patrones “normales” de precipitación. Nos falta mucho camino por recorrer para conocer más a fondo, cómo inciden fenómenos de las diversas escalas de variabilidad climática, en las lluvias esperadas de nuestros territorios y cuál puede ser la repercusión en los diferentes sectores. Se requiere análisis y estudios de mayor detalle, para lo cual es perentorio una mayor visión y el fortalecimiento de capacidades institucionales.

@ChristianEuska