En Junior o en Juventus, en el Real Madrid o el Real Cartagena, en el FC Barcelona o en el Barranquilla FC, en Tigres de Monterrey o en Jaguares de Montería, en el Aston Villa o el Atlético Huila, en la Selección Colombia o en la ‘Selección de Pescaíto’, en cualquier equipo del mundo, grande o pequeño, tradicional o desconocido, Jarlan Barrera debe procurar jugar como lo hizo el sábado en la victoria de Junior 2-1 sobre Medellín.
Ese Jarlan encendido, participativo, claro, dinámico, enérgico e inspirado que vimos ante el ‘Poderoso’ y en lo que va del torneo, es el que Antonio Char, presidente rojiblanco, y cualquier directivo del planeta habría firmado a ojos cerrados con un contrato de tres, cinco y hasta siete años. Ese es el Jarlan que quiere la gente, la prensa, sus compañeros, el técnico Julio Comesaña y su primo segundo y representante Carlos Valderrama. Ese es el Jarlan que la puede romper en todos lados.
El Jarlan tibio, intermitente, que a veces sí y a veces no, que tiene unas de cal y otras de arena, el que se mueve entre la ilusión y la decepción, el que pasa de héroe a villano con demasiada facilidad, ese no convence a nadie. Ni al ‘Pibe’, que lo ha criticado fuerte y públicamente cuando anda en esas épocas laguneras, a pesar de que es su pupilo y familiar.
El volante samario llegó a Junior en 2013 procedente de La Equidad, donde no había tenido oportunidad de jugar en primera división. Debutó en un partido de Copa Colombia con Alexis García en el cual empezó a mostrar su calidad y atrevimiento. Con la llegada del ‘Zurdo’ López no recibió chance. Salió a flote con fuerza en la Liga de la mano de Julio Comesaña. Brilló y anotó goles siendo un sub-20. Fue a la Selección juvenil, participó en un Sudamericano y jugó un Mundial de la categoría. Pékerman lo llamó a un microciclo del combinado de mayores. Pisó la sub-23, pero sus altibajos lo dejaron fuera de los Juegos Olímpicos Río de Janeiro-2016.
Alexis Mendoza le dio toda la confianza para asumir las riendas creativas del equipo con la sorpresiva partida de Macnelly Torres al Atlético Nacional a mediados de 2015. Respondió positivamente al principio, pero después se fue diluyendo. Se movió en medio de altibajos y con el infortunio de las lesiones, algo que también ha ido en su contra.
Ha tenido picos muy altos y otros muy bajos. Está a punto de llegar a los 23 años y ya tiene un recorrido encima. No es ningún novato. Si sigue en Junior o en otro club al final del 31 de diciembre es un asunto de los directivos y de él, que está en su derecho legal y personal de marcharse (aunque me parece que no sería grato ni correcto dejar a la institución que ha impulsado deportiva y económicamente su carrera profesional sin la posibilidad de contar o negociar con sus servicios), pero ojalá, cualquiera que sea su destino, se mantenga en el nivel superlativo del sábado. Así va a llegar al exterior y a la Selección. Ese es un Jarlan que da garantías, que invita a confiar en él, que no deja dudas.